En la más reciente travesía de nuestro equipo de TVX, se dirigieron hacia el occidente del país, específicamente al distrito de San Julián en el municipio de Sonsonate Este. San Julián cuenta con un acogedor parque central, un lugar donde los habitantes se reúnen para disfrutar del aire fresco.

Desde ese punto, nuestro equipo de TVX emprendió hacia el Caserío El Palmar del Cantón Peña Blanca, un lugar que ofrece una vista impresionante del casco urbano. Sin embargo, la belleza del paisaje contrasta con la dura realidad del acceso: solo motocicletas y vehículos de doble tracción pueden llegar a la comunidad. Aquellos que se movilizan a pie tardan aproximadamente una hora en llegar al casco urbano.

«Acá es complicado, en el invierno todo cuesta, nos ayudamos con el agua, pero el transporte no sube porque la calle se hace lodosa, por eso también, no sube cualquier carro», señala Keny Torres, residente de la zona.

En el caserío, se encuentra la Red de Mujeres Ambientalistas de El Palmar, un grupo organizado de 15 miembros que, desde hace tres años, trabaja en proyectos que buscan la subsistencia de sus familias. Entre sus iniciativas se encuentran pequeñas granjas de aves de corral, incluyendo gallinas ponedoras e indias, con materiales donados por RACDES y Tierra Viva.

«Comenzamos con el proyecto de unas pequeñas granjas, nos ayudaron con unas gallinas ponedoras porque con este tiempo que están bien caros los huevos, nos ha beneficiado. Nos evitamos comprar afuera y nos ayudamos entre nosotras. También tenemos un proyecto de hortalizas», comentó Torres.

Además de este proyecto, también impulsan huertos caseros. La ubicación en la cima de un cerro, lejos del pueblo, hace necesario cultivar sus propias verduras. Esto no solo les ayuda económicamente, sino que también les evita tener que trasladarse al pueblo para comprar alimentos, considerando el alto costo de la canasta básica.

Entre los cultivos que las mujeres producen se encuentran tomates, aguacates, plantas medicinales y flor de izote, gracias al apoyo de RACDES, que les proporciona diversas capacitaciones sobre compostas, abonos y otros elementos necesarios para mantener sus huertos.

«Hay que hacerse de un huerto propio, así lo que uno va sacando es de uno y si no tienen dinero para comprar no lo compra porque no tiene para comprar. Si no nos reunimos con las demás compañeras, no aprendemos nada», menciona una beneficiaria de los programas de RACDES.

Las mujeres aprovechan el invierno para sembrar maíz y frijol, que almacenan durante el verano. En El Palmar, además de ser de difícil acceso y de contar con bajos recursos, no hay agua potable. La llegada del invierno es un alivio para poder sembrar, lavar ropa, bañarse y realizar otras actividades esenciales donde el agua es indispensable.

La visita al Caserío El Palmar deja una reflexión sobre la resiliencia y el esfuerzo de sus habitantes, que día a día luchan por mejorar sus condiciones de vida a pesar de las adversidades.