Unos investigadores lograron explicar la forma en la que el almanaque se relaciona con el movimiento de los planetas.
El calendario maya de 819 días ha sido objeto de estudio desde hace varias décadas y ha confundido a cientos de científicos, que han intentado explicar el intrincado sistema para medir el tiempo desarrollado por esta antigua civilización. Sin embargo, una pareja de investigadores de la Universidad de Tulane (EE.UU.) asegura ahora haber descifrado el misterio que rodea a este complejo almanaque.
Si bien los mayas utilizaban diversos calendarios, como el ritual de 260 días (Tzol’kin) o el solar de 365 (Haab), para contabilizar los días y registrar fechas dentro de ciclos de 52 años conocidos como rondas calendáricas, se sospechaba que el calendario de 819 días fue desarrollado para rastrear los periodos sinódicos planetarios, es decir, cuando un planeta vuelve a una misma ubicación en el cielo, visto desde la Tierra. No obstante, este intervalo no parecía concordar con el movimiento de los planetas observables a simple vista.
Según detallan los expertos en un estudio publicado en la revista Ancient Mesoamerica, investigaciones anteriores habían propuesto que la cuenta de 819 días se repetía cuatro veces en un esquema direccional de colores (rojo, blanco, negro y amarillo), por lo que se necesitaban 3.276 días -o unos nueve años- para completar el ciclo.
Esta interpretación resulta válida únicamente con el periodo sinódico de 117 días de Mercurio, que se repite siete veces en la cuenta de 819 días, pero no concuerda con el resto de los planetas, lo que ha causado confusión entre los arqueólogos.
Una nueva aproximación
Para resolver esta limitante, los científicos propusieron que el ciclo se completa en prácticamente 45 años, o 16.380 días, es decir, la cuenta de 189 días se repite 20 veces en lugar de cuatro. De esta forma, al extrapolar esta variable a cualquier ciclo sinódico se ajusta perfectamente al calendario.
Por ejemplo, Saturno aparece en el mismo lugar en el cielo cada 378 días, por lo que cada 13 periodos sinódicos completan seis ciclos de 819 días. Del mismo modo, Júpiter requiere de 39 periodos para cumplir 19 ciclos calendáricos, mientras que a Venus le toma siete periodos para contabilizar 5 cuentas del calendario.
«En lugar de limitarse a un solo planeta, los astrónomos mayas que crearon la cuenta de 819 días la concibieron como un sistema de calendario más amplio que podía utilizarse para predecir todos los períodos sinódicos de los planetas visibles, así como los puntos de conmensuración con sus ciclos en el Tzolk’in y la Ronda Calendárica», concluyen los investigadores.