El futbolista brasileño, encarcelado desde hace cinco meses, ha concedido su primera entrevista desde su arresto, en la que defiende su inocencia.
El futbolista brasileño Dani Alves, en prisión preventiva desde hace cinco meses acusado de agredir sexualmente a una joven en los aseos de una discoteca de Barcelona la pasada noche de fin de año, ha concedido su primera entrevista desde que fue encarcelado.
Señaló que hay dos motivos que le han decidido a hablar para La Vanguardia. El primero es la necesidad de explicar su versión de los hechos: «Que conozcan la historia a partir de lo que yo viví aquella madrugada en aquel baño», dice.
El segundo es pedir perdón públicamente a su esposa, Joana Sanz, afirmando que es la única persona a la que se lo tiene que pedir. Cuenta que ya se disculpó personalmente cuando ella lo visitó en prisión, pero necesita hacerlo de nuevo abiertamente «porque la historia es pública, la ofensa es pública y ella merece esas disculpas públicas».
Sobre la noche en cuestión, Alves cuenta que previamente había pactado con la denunciante, de 23 años, que mantendrían relaciones sexuales en el baño. «Todo lo que pasó y no pasó allí dentro solo lo sabemos ella y yo», afirma.
«Si la hubiera visto llorar, me hubiera detenido para preguntar qué pasaba. Y, en ese instante, si algún responsable de la discoteca me hubiera pedido que me esperara porque una joven aseguraba que yo le había agredido sexualmente, yo no me voy a casa»
Además, asegura que cuando la joven con la que tuvo «el problema» salió del baño detrás de él, él se quedó junto a su mesa durante poco tiempo. Al abandonar la discoteca, pasó cerca de la mujer, que se encontraba llorando, algo que, según dice, supo solo posteriormente tras visionar las imágenes de las cámaras de seguridad, ya que no la vio en ese momento.
«Si la hubiera visto llorar, me hubiera detenido para preguntar qué pasaba. Y, en ese instante, si algún responsable de la discoteca me hubiera pedido que me esperara porque una joven aseguraba que yo le había agredido sexualmente, yo no me voy a casa. Esa misma noche me presento en una comisaría a aclarar lo que ha pasado», sostiene el futbolista.
El deportista relata que se enteró al día siguiente de que una joven le acusaba de agresión sexual y que habló con su abogada, quien le aseguró, después de consultar con los Mossos d’Esquadra (Policía regional catalana) y en los juzgados, que no había ninguna denuncia contra él y podía viajar a México, donde dos días después debía jugar un partido de fútbol. «Por eso me fui», apunta.
Alves explica que desde 2008 era habitual de la discoteca Sutton, donde sucedieron los hechos denunciados, y que conocía a todos los empleados. Defiende que su comportamiento siempre fue ejemplar y que no entiende por qué los trabajadores actuaron así esa madrugada.
Todos ellos prestaron declaración ante la unidad central de agresiones sexuales de los Mossos d’Esquadra y posteriormente en el juzgado barcelonés que llevó la instrucción del caso. Ninguno de ellos pidió al futbolista aquella noche que esperara la llegada de la Policía, a la que alertaron tras la denuncia de la joven.
El jugador afirma que tiene «la conciencia muy tranquila» y que no obligó «a esa mujer a hacer nada». Cuando le preguntan si la joven le dijo reiteradamente que se detuviera, que la dejara y que quería salir, Alves responde que no, al tiempo que afirma que «apenas» hablaron entre ellos.
Relata que fue él quien le propuso ir al baño porque «era evidente por los movimientos y las miradas que había atracción» y que, una vez allí, pensó «que ella habría cambiado de opinión y que ya no entraría», porque «estaba tardando mucho», pero que cuando ya estaba saliendo la vio acercarse, pasar junto a él y entrar al baño. «Yo entré detrás. Ni cerré la puerta con pestillo», sostiene.
«Se me ocurre que hay alguien que le aconsejó mal. Que se sintió mal después de hacerlo, que dio un paso adelante y que ya no ha sabido salir del lío en el que se ha metido y en el que me ha metido»
Asegura que no es cierto que no la dejara salir, que la lanzara al suelo, que la golpeara o la insultara, tal y como describe la víctima. «Nada de esos movimientos que ella ha contado que yo le obligué a hacer son ciertos, y el rasguño es por permanecer de rodillas mientras me realizaba una felación», cuenta el jugador.
También señala que el responsable de la zona VIP de la discoteca se le acercó para preguntarle si quería conocer a alguna chica: «Eso pasaba siempre que no iba con mi mujer», asegura.
Alves declara no saber por qué la chica se derrumbó al salir del baño y rompió a llorar. «Se me ocurre que hay alguien que le aconsejó mal. Que se sintió mal después de hacerlo, que dio un paso adelante y que ya no ha sabido salir del lío en el que se ha metido y en el que me ha metido», especula. «La perdono, sigo sin saber por qué ha hecho todo esto, pero yo la perdono«, concluye el futbolista.
El jugador es consciente de que mintió en repetidas ocasiones sobre lo ocurrido, llegando a asegurar que no conocía a la joven, y se justifica diciendo que lo hizo para salvar su matrimonio, pero que una vez que se lo contó a su mujer, quiso «declarar otra vez y contar la verdad».