Los acuerdos bilaterales que países como Argentina están negociando en virtud de materializar transacciones comerciales con monedas alternativas al dólar buscan reducir la dependencia de la moneda estadounidense en un contexto de tensiones financieras que derivan de cambios globales, opinaron analistas económicos del país sudamericano.
Economistas vinculados al ámbito académico valoraron que Argentina y Brasil estén buscando utilizar sus propias divisas nacionales y analizaron iniciativas similares en otras regiones del mundo que consideran alternativas a la moneda estadounidense.
Para el investigador Pablo Menéndez Portela, profesor de macroeconomía en la Universidad Nacional de Lanús, el eventual convenio entre las dos principales economías del Mercado Común del Sur (Mercosur) «representará un impulso al comercio bilateral», además de reducir la dependencia del dólar, que históricamente ha representado un «obstáculo» para el crecimiento de las economías emergentes.
«La posibilidad de establecer un comercio bilateral sin la utilización del dólar o de una moneda extranjera, o ajena a ambos países, va en el sentido de potenciar ese comercio bilateral y que se sigan profundizando las relaciones económicas», indicó el analista en diálogo con Xinhua.
«La hegemonía del dólar representa para los países en desarrollo una traba para su crecimiento. Esto sucede porque al ser el dólar la moneda dominante en el comercio internacional implica naturalmente una necesidad de obtener esta divisa para poder realizar el comercio y también una dependencia respecto de las políticas de la Reserva Federal (Fed, banco central) estadounidense», acotó Menéndez.
Para el también investigador de economía y mercado en el Centro de Estudios Atenea, este tipo de iniciativas constituyen una alternativa en un contexto de fragilidad financiera por el que atraviesa Argentina, con un alto nivel de endeudamiento e insuficiente disponibilidad de divisas, a lo que se une la necesidad de preservar las reservas internacionales.
«Juega un rol importante la falta de dólares que puedan sufrir eventualmente algunos países o bien la dependencia que genera respecto de Estados Unidos usar el dólar como moneda de comercio. En ese sentido, por supuesto que estas iniciativas, estos acuerdos, implican profundizar lazos comerciales entre países en desarrollo y un intento por disminuir esa dependencia que el dólar genera con EE. UU.», enfatizó Menéndez.
El analista destacó el particular contexto de la subida de las tasas de interés por parte de la Fed, que busca bajar los niveles de inflación a expensas de las economías en desarrollo, añadiendo mayores presiones a estas si además presentan dificultades en sus respectivas balanzas de pagos y enfrentan niveles significativos de endeudamiento.
Cuando EE. UU. sube su tasa de interés, razonó Menéndez, los países en desarrollo sufren una fuga de capitales. A esto se suma el «encarecimiento del financiamiento para poder obtener sus importaciones que son tan necesarias. Y eso redunda en una dificultad adicional para poder colocar sus propios productos en el mercado internacional», apostilló.
El economista Javier Adelfang también culpó a la escasez de dólares que enfrenta Argentina como uno de los motivos que hace que iniciativas como la que se adelanta con Brasil sean una «bocanada de aire fresco» en tanto permitan disminuir la dependencia de la divisa norteamericana.
«Es una bocanada de aire fresco, tanto para las reservas del Banco Central como para el sector productivo, que requiere de insumos importados. Por otro lado, el acuerdo es importante para Brasil, ya que permitirá continuar con el comercio con Argentina», mencionó Adelfang a Xinhua.
Más allá de un análisis desde el punto de vista del comercio bilateral, el experto ofreció una lectura política sobre el modelo actual para el intercambio mundial de bienes.
«Cuando entramos a nuestra casa y miramos alrededor, nos damos cuenta que la mayoría de los productos que nos rodean no están hechos en Estados Unidos, sin embargo, utilizamos su moneda para comprar y vender. Entonces, desde el sentido común, es válido preguntarse si realmente es necesario utilizar esa divisa para los intercambios», apuntó el profesor en la Universidad Internacional de las Américas (Costa Rica).
Otras voluntades expresas, como la de Arabia Saudí de aceptar pagos en yuanes (la moneda china) por sus despachos de crudo, reflejan que la intención de minimizar la dependencia de la divisa norteamericana tiene una dimensión internacional, comentó Menéndez.
«Hay varias iniciativas actualmente llevándose adelante en cuanto al comercio internacional sin la utilización del dólar», manifestó.
Asimismo, se refirió a la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) del grupo BRICS, integrado por Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica, que contempla emitir financiamiento en las monedas locales de los países miembros.
«Me parece una buena experiencia, todavía por ver a qué nivel de profundidad se va a llegar, los BRICS en cuanto a organización vienen teniendo un impulso mayor en los últimos meses y, en ese sentido, la creación del NBD como una banca de desarrollo de los cinco países en su conjunto, cada uno con sus respectivas monedas, le da un potencial interesante», recalcó Menéndez.
Agregó que «el tamaño de las economías que conforman el grupo BRICS implica que, a través de ese banco, se puedan desarrollar proyectos más allá de las fronteras de los BRICS, en otros países en desarrollo y dinamizando el comercio con otros países, planteando ya sea una moneda propia o bien una canasta de monedas».
Por su parte, Adelfang mencionó la exploración que están llevando a cabo la India y Sri Lanka para comerciar en rupias todo lo cual «permitiría quitarle presión a Sri Lanka en su proceso de recuperación poscrisis».
«También es muy interesante el acuerdo entre los miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai para aumentar el uso de sus monedas en el comercio entre ellos», remarcó el economista.
En lo que respecta a Argentina, es llamativo para ambos expertos el reciente acuerdo convenido con China para el pago en yuanes de las importaciones de bienes con origen en el país asiático, el cual calificaron de «positivo» ante la situación de fragilidad económica y alto endeudamiento que atraviesa el país sudamericano y que se profundiza todavía más con la salida de capitales.
Para Adelfang, hay una «multiplicidad de factores» que inciden en el impulso y desarrollo de iniciativas que apuntan a la «desdolarización».
«Desde algo tan sencillo como el hecho de que no existe una justificación teórica para tener que negociar en dólares y no en otra moneda a cuestiones más profundas como la necesidad de los países emergentes de romper con las rigideces del sistema monetario instaurado en Bretton Woods», apuntó.
«Además, la enorme deuda pública de EE. UU. así como la disminución de su participación en el comercio internacional, la crisis (financiera) de 2008 y la continua emisión monetaria para solventar sus déficits han ido mermando la confianza en esa divisa como moneda de reserva», enfatizó el experto.
Para ambos economistas, los cambios en el sistema internacional a nivel geopolítico van abriendo camino también a alternativas en el plano financiero y monetario global.
«Van cambiando la unipolaridad, representada en el dólar, en una multipolaridad que bien podría estar representada por una cesta de divisas», concluyó Adelfang.