A los frecuentes fenómenos ambientales en la isla de Gardí Sugdup, agresivos e impredecibles, se suma el rápido crecimiento de su población y la reducción de su superficie.
La etnia guna de la comarca indígena Guna Yala, que habita la isla panameña de Gardí Sugdup (isla Cangrejo en español), podría verse obligada muy pronto a abandonar ese territorio que por generaciones ha sido su resguardo. El progresivo aumento del nivel de las aguas del mar Caribe tiene en riesgo a su población y amenaza con provocar una masiva migración.
Las inundaciones se han vuelto más frecuentes debido a los efectos de la marea alta, especialmente en la época de lluvias, y la fragilidad de sus bajas costas, señala un informe especial del canal CBS emitido este sábado.
Según datos de mareógrafos, la Autoridad del Canal de Panamá e imágenes satelitales de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU., el agua alrededor de la isla está aumentando unos 3,5 milímetros al año. De acuerdo con las predicciones de los científicos, en menos de tres décadas, para el 2050, Gardí Sugdup estará completamente bajo el agua, asegura Laurel Ávila, miembro del Ministerio del Medio Ambiente de Panamá.
La comarca tiene que ser «trasladada», «no hay otra opción», advierte la experta.
A los frecuentes fenómenos climáticos, agresivos e impredecibles, se suma el rápido crecimiento de su población y la reducción de su superficie. En este contexto, y después de mucho tiempo de lucha por mantenerse en ese sitio, sus residentes han comenzado a aceptar la necesidad de mudarse del todo. Algunos han dado pelea usando rocas y restos de arrecifes de coral para tratar de expandir la isla y mantener el agua a raya, pero es una batalla perdida y la única opción es dejarlo todo atrás.
Desde hace varios años se viene trabajando en el país un proyecto para la relocalización de esta comunidad indígena. Según informó en septiembre el periódico La Estrella de Panamá, las familias se instalarán en un complejo habitacional de 300 casas a 15 minutos de la isla. Contará con un parque deportivo, área de juegos infantiles, zonas de comercio y sistema de acueducto y pluvial, además de una red eléctrica y sanitaria.
Si bien la vida será diferente en tierra firme, Magdalena Martínez, de 72 años y quien ha vivido toda su vida en la isla, asegura que van a continuar con sus tradiciones y preservando su cultura.