Recientemente leí en las noticias que cerca de cien mil mujeres se vistieron de negro y salieron a manifestarse en Polonia en contra de la prohibición total del aborto. El parlamento de ese país se vio obligado a retractarse de la ley que pretendía aumentar a cinco años la pena por aborto, a menos que se demuestre que la vida de la mujer corre peligro.
Actualmente Polonia permite el aborto a las mujeres en tres casos: el primero, cuando haya embarazo en caso de violación; el segundo, cuando su vida este en peligo; y el tercero, cuando el feto presente malformaciones que le impidan vivir fuera del útero.
De este acontecimiento me gustaría destacar un par de puntos:
1. El poder que la población debe ejercer para hacer valer sus exigencias.
2. La aceptación del aborto en un país donde el 88.4 % de la población es católica, lo que lo convierte en uno de los más religiosos en Europa.
En El Salvador, desde 1998, el Código penal prohíbe el aborto en todas sus formas, no importando que la vida de la mujer esté en peligro o que haya sido abusada sexualmente. Esto nos convirtió en uno de los pocos países del mundo que lo penalizan, incluso en estas circustancias. Una mujer en nuestro país es inmediatamente culpada por abortar y puede llegar a ser penalizada hasta por 40 años.
Por otra parte, vivimos en una sociedad donde predomina la religiosidad tanto católica y protestante cuyos dogmas también prohíben y condenan el aborto en todas sus formas. Sumemos a estas limitantes las existentes organizaciones civiles que rechazan el aborto en todas sus circunstancias y que promueven la castidad versus la educación sexual, dejando de lado el contexto social en el que vivimos y el derecho que considero toda mujer tiene de decidir sobre sus propios cuerpos.
Hoy por hoy, organizaciones como Amnistía Internacional se pronuncian exhortando a El Salvador a garantizar el acceso al aborto en las mismas condiciones que Polonia lo hace. Veo los notables esfuerzos de organizaciones como la Agrupación Ciudadadana por la Despenalización del Aborto, Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), Red Salvadoreña de Defensoras de Derechos Humanos, entre otras, que dedican su tiempo en pro de hacer visible una realidad que a diario la agenda política y la agenda de los medios invisibilizan.
Me gustaría ver cien mil de nosotras vestidas de un mismo color reunidas frente al palo de hule de la Asamblea Legislativa exigiendo al pleno el derecho abortar si hemos sido víctimas de violación, exigiendo el derecho a abortar si el embarazo amenaza nuestra vida, el derecho a abortar si esa vida que está dentro del vientre no es viable fuera de éste, exigiendo nuestro derecho a ser libres, escuchadas, respetadas y no vulneradas.