"Los periódicos no hacen suficiente para no parecerse a plataformas de propaganda"

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Ricardo Vaquerano es jefe de redacción de El Faro, el primer periódico digital de Latinoamérica. Antes de llegar a El Faro, estuvo por más de una década en las salas de redacción de La Prensa Gráfica.
En 1993, que fue cuando pasó del área de producción a la redacción de La Prensa Gráfica, este medio sacudió a la mayoría de periodistas que trabajan desde el conflicto armado porque ya no eran confiables, asegura Vaquerano.
«Muchos de ellos eran corruptos. Recibían pagos de ministerios, tenían plazas como en el Ministerio de Obras Públicas o como en el Ministerio de la Defensa. Pero si pensás que eran personas que necesitaban un trabajo para sobrevivir, pues tenían que ver de dónde obtenían ingresos, porque les pagaban una miseria», acota.
Para Vaquerano, el punto de quiebre del diarismo en el ejercicio periodístico en el país lo realizó Laffite Fernández en El Diario de Hoy, en la revista Vértice en donde se le apostó al periodismo de profundidad. Dos años después, La Prensa Gráfica sacó la revista de investigación periodística Enfoques, de la cual fue editor por unos años.
En esta entrevista, nos cuenta que abandonó La Prensa Gráfica por los intereses extraperiodísticos del medio y sobre todo, porque presentía que el papel de este periódico en las elecciones de 2009 serviría para favorecer al candidato a la presidencia de ARENA, Rodrigo Ávila.
Por otra parte, conversamos sobre el reto de hacer periodismo de profundidad y tratar de tener un equilibrio en la sostenibilidad financiera.
El próximo año, El Faro cumple dos décadas de su fundación. Haciendo una retrospectiva, ¿ustedes se imaginaban llegar a este punto?
Yo puedo hablar con base a lo que he conocido. Desde fuera, porque yo llegué a El Faro cuando El Faro ya tenía 10 años de edad en 2008, pero yo tenía mucho contacto, me relacionaba personalmente con el núcleo de periodistas que hacían  El Faro cuando yo todavía no estaba en El Faro. Yo estaba en La Prensa gráfica.  Entonces, puedo hablar desde esa perspectiva.
Creo que El Faro está en donde los fundadores decidieron que querían estar. Cuando fundaron El Faro en el 98 no era un asunto de buscar una plataforma extraña que era internet, sino en el área específica, no de la información, sino del periodismo  porque veía un nicho que nadie estaba utilizando,  que era el del periodismo de profundidad;  y hacía falta un medio que se atreviera a decir cosas que nadie se atrevía a decir.
Creo que El Faro en estos casi 19 años ya ha demostrado que se ha atrevido a decir lo que haya que decir,  lo que considera que es relevante para la comunidad,  independientemente si se trata de un partido político,  de una empresa poderosa como un banco; porque también se ha metido con los bancos El Faro.  Incluso, ha llegado hacer publicaciones que Podrían haber perjudicado la imagen de algún anunciante que estaba en ese momento en la publicación,  en el banner principal del sitio.
Los  fundadores sí soñaban con algo como lo que hay hoy, como un medio, a mí juicio, con credibilidad y con una imagen de Independencia y de irreverencia también.  de irreverencia en el sentido que: “Caramba y porque tengo que rendirle pleitesía a los políticos”,  al contrario tengo que pedirles que rindan cuentas.  Creo que El Faro está donde los fundadores se imaginaban que querían tener un periódico.  Sólo que ellos se imaginaban que iba a hacer en papel, no en internet.
¿La idea original era lanzar el periódico de forma impresa?
La idea original era lanzarlo en internet para mientras y mañana, pasado mañana o el otro año, ya estaremos en papel. Una cosa que se abandonó con el correr de los años porque era demasiado caro. Y pocos años de haber tomado esa decisión, vino la crisis económica de 2007-2008 que supuso el derrumbe de leyendas del periodismo en el mundo. Periódicos que toda su vida se habían producido en papel desaparecieron de un día para otro.
¿Por qué decidiste salir de La Prensa Gráfica?
Por las razones que he durado este tiempo en El Faro, porque no me sentía cómodo, no me sentía plenamente satisfecho en lo profesional y habían muchas limitaciones, como en la mayoría de medios . Muchas limitaciones por decisiones editoriales que estaban contaminadas con intereses económicos o políticos. Cuando las salas de redacción se contaminan de intereses extraperiodísticos, el periodista que se respete debe pensar si está en el lugar indicado. Esa fue la razón esencial.
Hasta poco antes de mi renuncia, yo renuncie en marzo de 2008, yo creía que hacer periodismo en La Prensa Gráfica tenía mucho valor porque se podía luchar contra los intentos de censura. Yo creo que en la mayoría de medios de comunicación hay censura o intentos de censura, pero al periodista le toca luchar contra eso. Pelearse, incomodar al editor, al jefe, al director, incluso al dueño. Yo creo que llegué a tener problemas incluso con los dueños, pero yo lo entendía como parte de mi trabajo. Me da mucha pena ver a periodistas cómodos que no están dispuestos a asumir algún riesgo en función de su trabajo. Pero  llegó un punto que yo dije “ Ya basta! Ya no puedo soportar más y no quiero.
En 2008,  estábamos en un año preelectoral, venía una elección fundamental para lo que le podría ocurrir a este país; y a mí no me gustaba pensar en la idea que se podía hacer al periodismo desde La Prensa Gráfica para tratar de favorecer a alguien en particular en las elecciones de 2009.  Como yo tenía esa inquietud,  que no era gratuita por algunas experiencias que había tenido ya en meses anteriores,  yo decidí que lo mejor era buscar otro lugar donde me sintiera más cómodo.
¿Vos eras jefe de Redacción?
Cuando renuncié, era jefe de redacción de la sección de Departamentos. Estuve en la sección de Departamentos de La Prensa Gráfica desde diciembre de 2007 hasta los primeros días de marzo de 2008.  Pero en los años anteriores había estado, desde el 2005 hasta finales de 2007, a cargo de la revista Enfoques, era donde se hacía por naturaleza periodismo de investigación. Y antes había sido editor de Política. Es decir, había tenido un trabajo de alto voltaje.  un trabajo en que, según mis convicciones, había que hacer cosas que resultarán incómodas para el mismo medio.  Yo creía que mi tarea era desafiar las limitaciones mentales,  éticas de ese periódico donde estaba.  Creo que fue una gran escuela,  pero había que desafiarla.
¿Cuántos años pasaste en La Prensa Gráfica?
Yo llegué a la redacción desde 1993 es decir 16 años.
¿Anteriormente ya habías estado en otro medio?
No, no, no. Es que antes estaba allí, pero en el área de producción. En el 93 pase a redacción.
Vos has estado como en dos etapas del periodismo, que las nuevas generaciones no hemos vivido. ¿Cómo has mirado el desarrollo del periodismo en nuestro país? Sin mencionar aún el auge del internet y de las redes sociales.
Muy malo. Creo que el periodismo salvadoreño ganó bastante en los últimos años calidad y creo que puede marcar con mucha precisión en el calendario los momentos que fueron hitos en el desarrollo del periodismo salvadoreño. Durante la guerra,  por supuesto  que era un periodismo postrado ante el poder ante el régimen. Lo que el Gobierno decía que había que hacer,  e incluso, a veces lo que un ministro decía que se tenía que escribir,  lo que un militar decía que había que publicar en la portada.
Creo que no ha tenido que ver con el acceso a internet la mejora en el periodismo salvadoreño, sino con la aparición de algunas personas que tenían convicciones muy fuerte sobre el sentido de hacer periodismo,  el sentido de la existencia del periodismo.
En el 96, apareció un periodista, un personaje, Lafitte Fernández,  que creo que dio al periodismo un valor fundamental para crecer. Lafitte Fernández  le apostó, en la revista Vértice de El Diario de Hoy, a la crónica y al reportaje,  a los grandes géneros periodísticos. Eso puso una presión en La Prensa Gráfica, que dos años después,  en 1998,  estaba sacando su propia revista de investigación o de periodismo de profundidad que era Enfoques.
¿Esa fue la que cambió después a Séptimo Sentido?
Correcto, pero yo creo que es otra revista.
¿Y la revista Dominical?
Fue absorbida eventualmente, desapareció allá por 2010, creo.  Pero la revista Dominical se dedicaba en general a otras cosas, a un periodismo un poco más ligero,  que podía hacerse investigación muy buena como un trabajo que se hizo sobre los volcanes en El Salvador,  una investigación muy buena,  pero tenía más otros ejes de cobertura.
La corrupción,  en cambio,  la corrupción política,  el problema de violencia,  que ya comenzaba a tocarse en profundidad en La Prensa Gráfica, cabía más en la revista Enfoques.  La revista hizo un montón de destapes de corrupción.  La corrupción del BFA, por ejemplo; la corrupción de este caso durante el gobierno de «Paco» Flores del ministro de Economía, Miguel Lacayo,  el caso de Récord también; y hubo otros más.
Estas revistas, creo, marcaron el inicio de una etapa bastante, bueno, un paso  agresivo en favor del buen periodismo. Cuando digo el buen periodismo,  yo pienso,  no sólo en que se escriban bien las cosa, sino en qué hayan asuntos medulares de importancia de la comunidad.  Los casos de gran corrupción,  independientemente quien fuera el que estuviera involucrado,  se ventilaron en estas revistas durante un buen tiempo.
Creo que fueron una especie de escuela  y de aliciente para periodistas que no necesariamente estaban en estas secciones, pero que veían cómo se hacía este tipo de trabajo. Y  así como en la revista de La Prensa gráfica cuando yo estuve, nos metimos también a hacer investigaciones que aparecían en la sección de Política.
Vino El Faro. El Faro no era más que una curiosidad hasta allá por 2003 cuando yo comencé a reparar en las publicaciones que hacían los lunes.  Yo estaba en Política en la prensa gráfica cuando de repente había una investigación algún reportaje que me llamaba la atención de El Faro,  pero en el 2005 fue donde  yo dije “ no,  estos vienen en serio.
En el 2005,  y esto explica en parte las razones de mi salida en La Prensa Gráfica, El Faro publicó que la  Corte Suprema de Justicia le había quitado los dientes a la Sección de Probidad al decirle: “ ya no podés por tu propia cuenta pedir informes sobre cuentas bancarias a la banca salvadoreña,  sino que esa potestad sólo la va a tener la Corte Suprema de Justicia”. Le quitaron a Probidad esa atribución y la Corte nunca hizo nada con la atribución que ellos se habían otorgado así mismo. La Prensa Gráfica no publicó ese material, nadie más lo hizo, no lo recuerdo.
Pero lo que a mí me molestó, que fue una pataleta en la redacción de La Prensa Gráfica, en la mesa de editores,  fue que yo sabía que había una sección en el periódico que tenía ese material,  que se había investigado. De hecho,  yo ya había preguntado a los periodistas involucrados, “¿cómo va? ¿Cuándo lo vamos a publicar? ¿Cuándo lo vamos a reventar?» Era una bomba, como decimos los periodistas, y no se quiso publicar. Comenzaron a suceder cosas como esa en La Prensa Gráfica,  cosas que me incomodaron mucho porque eran investigaciones demasiado importantes como para no luchar por ellas.
Una tenía que ver con esto,  con el involucramiento del entorno más cercano del expresidente Saca,  tanto a nivel de Gobierno como a nivel de partido en negocios de seguridad privada. En 2005, El Salvador se convirtió en el campeón panamericano de homicidios,  fue el campeón hemisférico de violencia, y eso que nada que ver con las cifras que hoy tenemos,  pero ya El Salvador fue el más violento del continente; y nosotros teníamos listos un material para publicarlo en 2006 sobre esto.  Nos parecía muy relevante contarle a la gente qué funcionarios o políticos, que tenían en sus manos el diseño de políticas de seguridad pública o de combate a la violencia al crimen organizado, estaban lucrándose  del negocio de la seguridad privada,  evidentemente un conflicto de intereses.
Nunca dijeron que fuera censura, pero mis jefes siempre me estuvieron diciendo que: “no, tenés que investigar más”. Yo trataba de argumentar que en el periodismo es importante la delimitación de temas y que allí había un tema,  que además estaba bien enfocado en una cosa importantísima.  Después de meses de estar peleando,  lo que me dijo Gabriel Trillos,  director editorial de Grupo Dutriz fue: “No nos van a imponer su criterio”.  Al par de días, renunció la periodista que había realizado la investigación. Para mí,  eso marcó mi decisión de marcharme…
…¿Ya era la segunda molestia fuerte que tenías?
Había otros de vez en cuando, pero de esos que vos decís: “lo puedo sobrellevar, porque es más importante seguir metiendo goles”. Es decir, seguir publicando cosas que son bien importantes. Hay que saber donde dar las batallas también.  Tampoco se trata de ir al suicidio y de hacer una pelea por una cosa que no tiene mayor trascendencia.
Pero estos casos sí me marcaban.  Tenía muy claro que las cosas podrían complicarse mucho más con la llegada de las elecciones de 2009,  porque ya percibía algunas cosas feas,  algunos temores de mis jefes, de la sección o de los  dueños del periódico con respecto de lo que estábamos publicando sobre el tema de violencia,  era poner en evidencia que el Gobierno no estaba haciendo bien las cosas.
Yo creo que en 2006 fue cuando yo dije: “ Yo debería de buscar otro empleo, otro lugar donde hacer periodismo”,  porque yo sí quería seguir haciendo periodismo,  pero evidentemente necesitaba mantenerme de algo.  Así que un día empezamos prácticas con Carlos Dada, hasta que finalmente a inicios de 2008 llegamos a un acuerdo.  Yo anuncié que me iba el 10 de marzo, pero creo que en las revistas quedó marcado este paso importante en favor del buen periodismo.
Ahora,  sobre el reto de la internet y cómo está afectado al periodismo.  Yo quisiera que lo viera afectado, entre comillas, mucho más de lo que lo ha afectado.  Desgraciadamente algunos han mal entendido la función periodística y piensan que con viralizar tonterías se está haciendo periodismo.  Aunque creo que esto lo piensan más aquellos que en realidad no tienen alma periodística, sino los que están en el área de comercialización, los dueños que están muy preocupados por tener clics en sus páginas en internet.
Pero ojo, porque el periodismo sí corre el riesgo de volverse imprescindible, sino se hacen los ajustes necesarios. Por ejemplo,  los periodistas perdimos el monopolio de la intermediación de nuestra comunidad a la que servimos y los gobernantes,  por decirte algo.  Es decir,  hoy cualquier persona, a menos que esté bloqueada, puede dirigirse a un político que tenga una cuenta abierta en internet y hacerle las preguntas que antes solo los periodistas hacíamos o podíamos hacer por el acceso a la fuente.
Hoy un político o cualquier persona relevante que tiene incidencia en la vida del país puede darse  a conocer sin la necesidad de periodistas lo que le dé la gana; sus ideas,  sus planes,  sus proyectos. Hoy puede llegar a miles de personas, hasta millones de personas,  información sensible filtrando un documento en redes sociales.  Antes,  todas estas tareas de que teníamos los periodistas el privilegio de ser los que las monopolizaban.
Pero muchos periodistas creo que no caen cuenta de eso.  Un intrascendentes todos los días,  tan inútiles,  materiales que son perecederos. Es más, que cuando se publica en papel ya no tienen mayor importancia,  porque ya todos nos enteramos ayer.
¿Por qué? Porque los periodistas y los editores sobre todo y los dueños por supuesto los jefes de redacción hilos directores editoriales; no han comprendido que hay que darle a la gente un poco más que información que no necesariamente es periodística.  Es decir, lo que uno recoge hoy en redes sociales,  lo que uno picotea hoy de información redes sociales,  eso no necesariamente es periodismo. De hecho,  no es periodismo.  
Hay algunos que creen que se puede llamar periodismo ciudadano a la labor que hace la ciudadanía desde sus cuentas en redes sociales, de sus blogs; pero eso no es periodismo porque el periodismo tiene un método, que debe cumplirse,  reglas de las que se están  olvidando muchos periodistas o reglas que en realidad nunca pusieron en práctica muchos periodistas.  Creían que traducir un boletín o unas  declaraciones de un funcionario en una conferencia de prensa y escribir una nota solo con esas declaraciones, eso es periodismo.  Hubo mucha confusión siempre,  mucha confusión sobre todo,  pero la sigue habiendo. A mí me sorprende cómo lo que ha ocurrido con la internet,  con las redes sociales ha sido una bofetada para muchos periodistas que creen que seguir haciendo vocería es seguir haciendo periodismo.
En la actualidad,  vas a una cobertura y tenés que hacer varias notas, tenés que estar transmitiendo a través de Facebook Live, tenés que estar tuiteando, tomando fotos y tenés que subir algo antes que el otro lo suba. ¿No considerás que hay una precarización de las condiciones laborales de los periodistas en la actualidad?
Sí, pero siempre la ha habido. Siempre se trabajó así. De hecho, creo que había una especie de acuerdo no escrito ni hablado entre dueños de medios de comunicación y periodistas, muy perverso por cierto, durante la guerra.
¿Qué sucedió en 1993 en la redacción de La Prensa Gráfica que despidieron prácticamente a todos los periodistas que habían trabajado años allí? Básicamente porque no eran confiables debido a que muchos de ellos eran corruptos. Recibían pagos de ministerios, tenían plazas como en el Ministerio de Obras Públicas o como en el Ministerio de la Defensa. De esa manera tenían un ingreso adicional. Pero si pensás que eran personas que necesitaban un trabajo para sobrevivir, pues tenían que ver de dónde obtenían ingresos, porque les pagaban una miseria.
A partir del 93 hubo esta especie de revolución en La Prensa Gráfica. Los sueldos mejoraron muy sensiblemente, pero no es solo el sueldo en realidad. La precarización de la labor periodística es una cosa permanente, a pesar de que hay medios aquí con muchos recursos. En realidad a los periodistas se les pide más allá que lo que pueden dar para que su trabajo resulte digno, en la mayoría de los casos. Siempre hay excepciones y siempre hay periodistas que se preocupan mucho por luchar contra la corriente, por desafiar al establishment y decir: “No, no. Yo soy periodista. Yo voy a hacer esto. No me pidás que sirva de maquila o que haga de vocería solo escribiéndote una nota intrascendente. Recogiendo nada más declaraciones de los funcionarios o de los políticos”.
Pero la precarización siempre ha existido; y yo creo que detrás de eso lo que está es que la mayor parte de medios de comunicación han funcionado hasta ahora, funcionaron siempre y siguen funcionando con la noción de que lo más importante es vender o comercializarte y no dar información útil a la gente. Allí está el problema. ¿Por qué vas a potenciar las posibilidades de tu equipo de periodistas, si lo que más te interesa es vender? Vender espacio en páginas, en radio o la televisión. Por eso es que el periodismo es que ha estado muy mal. No Ha habido un verdadero interés de poner a los periodistas en el centro de la actividad de tu empresa de comunicaciones .
¿Cómo lograr un equilibrio entre el periodismo de profundidad con la sostenibilidad financiera?
No lo sé. Eso hay que preguntárselo a Dios. Si Dios existe, tal vez habría que preguntárselo cómo lograr ese equilibrio entre ser un medio que sirve con plena fidelidad a los intereses de la comunidad y a la vez ser sostenible económicamente.
Bueno, ¿eso no lo han hecho ustedes?. Desde la experiencia de El Faro, ¿cómo lograr ese equilibrio?
Yo diría que no se ha logrado ese equilibrio. El Faro es un medio en precariedad económica permanente. Siempre está buscando cómo financiarse el otro año. No creas que ha logrado ese equilibrio, para nada, pero hay formas. En El Faro, nos preocupamos por ser muy rigurosos en los filtros de quiénes financian al periódico. El Faro encontró desde hace años una fuente de financiamiento en organismos ciudadanos, en agencias de cooperación, en fundaciones y cada vez nos preocupamos más por filtrar adecuadamente quién puede financiar el periódico.
Nuestro último intento está en esto que ha funcionado bastante bien en algunos medios, en algunos países, sobre todo de Europa, que es que la comunidad si se siente beneficiada por el servicio que vos le das, que se sienta también comprometida a mantenerte como una herramienta útil para ellos. En nuestro proyecto “Excavación ciudadana” estamos intentando conectar con la gente para que te den sus aportes económicos que sirvan para que podamos seguir existiendo.
Pero la cooperación de oenegés, de fundaciones, ha sido fundamental hasta ahora para El Faro. Open Society, por ejemplo, es una organización que le ha dado mucho aporte a El Faro y la clave está en que mantengás firmes y limpios tus principios periodísticos, es decir, la independencia. Cuando El Faro logró un acuerdo de cooperación con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo por medio de su Programa de Gobernabilidad Democrática, dejó claro que las decisiones editoriales corresponden al periódico; y que el PNUD o el Programa de Gobernabilidad no podía incidir en las decisiones de lo qué se publicaba y qué no se publicaba.
Aunque usualmente estas ayudas vienen específicas para ciertas áreas, defensa de derechos humanos, por ejemplo, o  promoción de la democracia o promoción de los derechos de las minorías. Siempre y cuando estos condicionamientos o estas limitaciones encajen dentro de las líneas de cobertura de El Faro; y además encajen dentro de nuestra cajita de principios, nosotros decimos: “Démosle”.
En el caso de El Faro, la clave ha estado ahí. El Faro sigue existiendo gracias a eso, a que ha logrado esa sintonía y que se ha mantenido muy firme en que quien coopera con El Faro, respete que El Faro tome sus decisiones editoriales.
Hace un par de años comencé a escuchar que ahora ustedes, los periodistas, son accionistas. ¿Esto ha sido siempre así?
El Faro lo fundaron tres personas. Una de ellas se fue casi de inmediato. Entonces, quedaron dos: Jorge Simán y Carlos Dada. Hace dos años ya se anunció que El Faro iba a ampliar su cantidad de accionistas. Nos volvieron accionistas a varios periodistas que teníamos un trabajo largo en el periódico. Así fue como nos incorporamos cuatro o cinco de los periodistas de El Faro a las personas que tienen acciones en el periódico.
Una cosa más simbólica, pero creo que muy significativa que partió de esto: En El Faro tuvimos una discusión, esto creo que no se ha contado, pero en El Faro comenzó a surgir, allá por el 2010, esta inquietud entre los periodistas, ¿y el proyecto El Faro es de los dueños de El Faro, es decir, de Carlos Dada y de Jorge Simán, o es de todos nosotros que nos rompemos el lomo y que arriesgamos la vida haciendo el trabajo que hacemos? Como ha habido una relación de mucha confianza,  algo parecido a una familia en la que ha habido momentos de tensiones, donde ha habido muchas discusiones, momentos en que querés insultar al otro; pero sobre todo de mucha confianza para decirse las cosas con franqueza, hicimos esa pregunta a los dueños.
Eso tenía que ver con decisiones editoriales. ¿Qué se hace? ¿Cómo se cubre? ¿Hacia dónde va el periódico? Entonces, queríamos saber si los dueños nos consideraban dueños del proyecto. Es decir, si eventualmente si nuestras opiniones como periodistas iban a incidir en qué dirección tomar llegada a una encrucijada. A nosotros nos interesaba tener capacidad de incidencia en las decisiones del periódico y así fue como después de una serie de conversaciones llegamos incluso a escribir un documento en donde se dice que el proyecto de El Faro es de todos sus periodistas.
A nivel de porcentajes, ¿qué tan bien les ha ido con la Excavación ciudadana? ¿Cómo son los porcentajes de financiamiento de ustedes?
No tengo el detalle último por ahora. Si no me equivoco, me van a embromar si esto sale publicado y me he equivocado, pero si no me equivoco allá por 2010 fue cuando el ingreso por publicidad significó la mayor proporción del financiamiento del periódico y habrá andado arriba del 45 %. Es decir, bastante alto, sobre todo para un medio de internet. Allá por 2010 alcanzó su pico y luego vino cayendo, porque los anunciantes no creen en la internet. No quieren anunciarse allí, quieren anunciarse en el papel, en la televisión.
Y “Excavación ciudadana” nos permitió recoger más de $26,000 en la primer jornada y una cantidad mucho mayor en la segunda. Es una cosa fundamental para cerrar el presupuesto, para equilibrar el presupuesto; pero que no es muy grande como proporción dentro del presupuesto de El Faro. Es poquísimo, pero es indispensable. Es muy importante, pero evidentemente necesitamos más, porque digamos que no hay margen de maniobra. Si ocurriera una emergencia en estos momentos en El Salvador de cualquier tipo, una calamidad pública, tendríamos muchas dificultades para hacer la cobertura adecuada, siempre las tenemos en realidad.
Cuando estábamos haciendo esta investigación “Aquí se mudó Tony Saca”, sobre la mansión de Tony Saca; y de repente dijimos:“Bueno, ya amarramos que efectivamente no es chisme que esa mansión de ahí es de Tony Saca”, pero no teníamos fotografías de ella y para ese entonces ya habían algunos medios que se estaban jactando de sus drones. Nuestro editor fotográfico en ese entonces hizo un armatoste. A un ventilador le puso una cámara vieja y no sé qué otras cosas y lo fotografió y lo publicó en Facebook y puso: “Aquí está el drone de El Faro”. Tuvimos que rebuscarnos mucho para poder hacer las fotografías de esa mansión que acompañaron el reportaje. Una de las cosas que hicimos fue—ríe—que dos periodistas sirvieron de escalera, es decir, que el otro se parara sobre él y que por encima del muro así lograra hacer una de las fotos.
El Faro es un periódico muy precario. Su éxito se basa mucho en la creatividad y en las ganas de hacer las cosas, pero el financiamiento es una de las grandes preocupaciones de todos.
 

Fotografías: Josué Parada

Las presiones económicas, políticas o de seguridad personal, ¿ha impedido la publicación o el retraso de sus investigaciones?
En absoluto. Cuando yo llegué a El Faro, era un semanario, publicaba los lunes, y eso se mantuvo así más o menos hasta finales de 2008. Con motivo de la campaña electoral, estábamos produciendo demasiados materiales buenos que cuya publicación urgía, ahí empezamos a romper el molde. Con la cobertura de la campaña en las elecciones de 2009, empezamos a publicar casi cualquier día, los materiales más fuertes los guardábamos para los lunes.
Teníamos la convicción que la gente  nos estaba esperando sentadita los lunes, a que llegáramos a su computadora, tonterías que a uno se le ocurren. Nos costó entender que las cosas no suceden así en internet, que si había cierta educación del público de El Faro de que nosotros aparecíamos los lunes con materiales fuertes, igual los podíamos educar en el sentido contrario; cualquier momento El Faro puede darte una sorpresa publicando algo, un video de Neto Muyshondt, pandilleros  o cosas como esa, de hecho, eso lo publicamos un viernes en la noche, cuando la gente anda: ‘’Vamos al bar’’.
Es muy complicado comprender cómo suceden las cosas por internet, cómo te va leer la gente, las costumbres cambian de un día para otro, los mismos instrumentos de publicación que vos tenés como Facebook y como Twitter están cambiando permanentemente, cambian el algoritmo y tenés que estar descifrándolos, son un gran enigma.
¿Pero nunca ha habido un retraso por presiones políticas, económicas o seguridad personal o el retraso es en términos periodísticos?
Hemos lamentado publicar tarde algunas cosas, que pensamos que no estaban listas. La respuesta es no. Pero por ejemplo,  en 2009, el 15 de abril, justo un mes después que Mauricio Funes ganara  la Presidencia de la República, en la madrugada de ese día, publicamos que un dirigente importantísimo del partido ARENA, Adolfo Torres, que era mano derecha de Tony Saca, había pedido medio millón de dólares a un fugitivo de la justicia salvadoreña, el exdiputado Roberto Carlos Silva Pereira, lo publicamos en la madrugada, lo recuerdo bien porque hasta ese momento estuvimos de acuerdo en el último punto o la última palabra de ese reportaje, pero esto lo empezamos a trabajar desde finales de 2008. Quiero decir que cuando se llegó el final de 2008 nosotros ya teníamos información relevante, ya decíamos tenemos un tema.
Pero si hay algo que a nosotros nos caracteriza es la plena responsabilidad por publicar materiales redondos, completos que tengan  un significado, pero también nos interesa el valor periodístico de ser oportunos y queríamos publicar antes de la elección, porque nos parecía que podía ser un gran aporte sobre quienes son los actores principales en esta lucha por la Presidencia de la República, fue un reportaje sumamente difícil, el acceso a las fuentes adecuadas y esto nos fue retrasando.
Recuerdo que el día previo a la publicación estuvimos haciendo ejercicio de revisar cada palabra, cada párrafo y solo se publicó hasta que estuvo listo, pero yo hubiera preferido que lo publicáramos antes de la elección. Tuvimos algunos comentarios que preguntaban: ‘’¿Por qué lo publicaron hasta ahora? Que queríamos proteger a ARENA». No sé por qué decían eso, pero bueno, sobre todo porque El Faro tenía una etiqueta, según muchos, un periódico de izquierda.
Pero no, nunca ha habido decisiones de no publicar por ese tipo de razones, ni si quiera por las de seguridad. Lo que ha habido es eso, preocupación por tener la información indispensable en nuestras manos que nos permita medir riesgos. Creo que las mayores consideraciones que han evitado que publiquemos algo hoy para publicar mañana han tenido que ver con seguridad personal.
Es decir, indagar con las fuentes adecuadas que nos puede ocurrir, como para hacer la idea del riesgo que estamos asumiendo y con tomar algunas medidas de precaución que consideramos indispensables. Por ejemplo: cuando publicamos lo del Cártel de Texis, tratamos de imaginar cómo iba a ser el fin de semana de la publicación y tomamos decisiones sobre eso. Entonces, el viernes antes de la publicación haremos esto, el sábado haremos esto y el domingo en la noche poco antes de publicar haremos esta cosa. Entre esto, estaba avisar a nuestros amigos o personas que nos respaldan, nos tienen aprecio o incluso cooperantes, avisarles: ‘’vamos a publicar esto. Pensamos que puede dañar algo, podría ser un riesgo para nosotros». Y tomamos decisiones sobre qué hacer nosotros, es decir, ¿vamos a venir mañana como todos los lunes al periódico a trabajar y cómo si nada hubiera pasado?.
La publicación del Cártel de Texis puso a que la policía nos ofreciera custodia policial durante un tiempo, pero eso es complicado porque puede impedirte hacer un trabajo periodístico adecuado, es decir, no podes andar reporteando con dos policía a la par. Pero si ha habido retrasos de publicaciones cuando ya estaban publicadas, han tenido más con consideraciones de ese tipo.
Cuando publicamos también, allá por 2010, parecía una historia de pobreza o desigualdad, sobre una mujer que murió carbonizada, electrocutada  en un supermercado. Por su puesto,  pensamos a ver qué pasa con este anunciante que tenemos allí arriba, que era Súper Selectos, pero fueron sumamente respetuosos  y eso quizás sirva para responder tu pregunta. Lo publicamos y Súper Selectos en ningún momento como anunciantes en ningún momento nos amenazó o nos pidió que quitáramos ese material que hubiéramos esperado, porque sabemos lo que ocurre en otros medios, habríamos esperado que sucediera algo como eso, de hecho, mantuvieron la publicidad en El Faro por seis meses más, ya no recuerdo, pero no hubo esa represalia que a mí me pareció un hito, una prueba de que pueden las agencias de publicidad con vos. Que vos digas a las agencias de publicidad: «¡Hey, respétenme!». A pesar de que eso podía tener el potencial de perjudicar su imagen; y a pesar de que nosotros necesitamos los anunciantes.
Pero nos parecía importante contar esta historia de una mujer pobre, que sí posiblemente la pillaron en hurto, pero nosotros creíamos que detrás de eso había una historia y fue por eso que la contamos.
¿Cómo ves el futuro del periodismo en el país, a nivel internacional? ¿Crees que se pueden ir articulando los esfuerzos como el caso de los Panama Papers?
El periodismo colaborativo sí  tiene un futuro, pero lo que me preocupa es que no veo los medios tradicionales en un ejercicio de adecentamiento de su trabajo y que es muy peligroso, porque el trabajo que están haciendo pueda atentar contra los buenos periodistas que tiene. Creo que todos los medios de comunicación pueden tener periodistas buenos, me consta que en La Prensa Gráfica, que es el medio que yo conozco, hay periodistas buenos, con muchas ganas y que están haciendo las cosas bien.
Pero el peligro al  que me refiero es a hacer cosas buenas con una mano y con la otra haces cosas muy malas, muy cuestionables. Yo lo que veo es un potencial de auntoatentado, respecto de tu futuro. Yo creo que La Prensa Gráfica está jugando con su credibilidad, no hablaré del Co Latino o de El Diario de Hoy porque ellos nunca se han preocupado por su credibilidad, porque Francisco Valencia nunca ha ocultado que es del FMLN, su Dios no es la comunidad, sino su partido; y el Diario de Hoy sabemos  a que juega el señor Altamirano.
Pero en la La Prensa Gráfica, me da mucha pena porque creo que por ahí han pasado personas muy talentosas, que han demostrado, que han hecho trabajo muy valioso, y de El Diario de Hoy también, pero ahí hay problemas más graves. En La Prensa Gráfica ha habido cosas rescatables y habrá que ver quién gana esa pelea. Desgraciadamente en los puestos editoriales hay  gente que no suma nada, que al contrario resta y eso es muy malo para los periodistas ya experimentados y para las generaciones nuevas que quieren comerse el mundo desde el ejercicio periodístico.
Veo sombrío el panorama, cuando ves que se trivializa el ejercicio periodístico publicando tonterías, publicando frivolidades o  recurriendo a este recurso nada periodístico de que: ‘’Y no sabes lo qué sucedió después’’,   ya cayeron en la situación del pecado mortal de olvidarse para qué existe el periodismo.
Yo creo que el panorama  es muy sombrío, aunque por otro lado, me reconforta no solo ver a periodistas jóvenes, sino a profesionales de otras áreas muy interesados en el buen periodismo. Estoy pensado que por ejemplo cuando hacemos el esfuerzo Centroamericano de Periodismo, cada año hay un taller que doy que se llama «Periodismo para no periodistas» y me sorprende el interés de mucha gente en el buen periodismo, con muy buenas ideas En los últimos dos talleres que he dado, hemos hecho ejercicios, armas una redacción y generar una propuesta de cobertura y salen unos temas de investigación  que ni en la redacción de El Faro ha salido en algún momento.
¿Vos ves que el esfuerzo está en el periodista, que se puede articular con, digamos con alguien de La Prensa Gráfica u otros medios?
Vos ya lo planteaste, la principal responsabilidad para que el buen periodismo siga existiendo está en las manos de los buenos periodistas. Cada periodista debe entender que es un luchador individual y que luego debe ver si tiene posibilidades de hacer un ejército de periodistas, es decir, aliarse con otros para hacer una fuerza colectiva ya no individual que luche dentro de su medio porque se hagan las cosas correctamente. Parte de nuestro trabajo es incomodar a aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de despedirnos pero a la vez las posibilidades de censurar las cosas que la gente debe conocer, pero muchos periodistas cree que eso no es parte de su oficio.
¿Qué pensás sobre el surgimiento de medios que pretenden ser periódicos digitales pero que al final benefician a cierto político o publican  notas que tratan de perjudicar a los rivales de  este político? Estaba viendo un artículo de ustedes que había sido pautado por uno de esos medios, creo era que hablada de Gerson Martínez.
Es cierto lo pautaron como publicidad en Facebook…
Primero, tenes las redes sociales que incluso, no solo podrían retomar publicaciones para beneficiar a este político, sino que también sirven para atacar las publicaciones periodísticas…
Mira, yo creo que tienen un potencial de amenaza a la democracia, pero por la posibilidad de confundir, es decir, pueden tratar de parecer un periódico debido a que los periódicos no hacen suficiente para no parecerse a plataformas de propaganda. En la medida en que vos como medio de comunicación periodístico no hacés tan bien tu trabajo, de tal forma que no parezca que estás haciendo vocería; entonces es fácil que la comunidad, que la sociedad o el público no vea mayor diferencia entre vos y un instrumento creado explícitamente para hacer propaganda, puede ser una amenaza para la democracia, pero es culpa de los malos medios de comunicación.
¿Qué le vas a decir a un político, a una Norma Guevara o Walter Araujo o Nayib Bukele o Mauricio Interiano? No ponés un medio de comunicación que quisiera mimetizarse con medios de comunicación periodístico, están en libertad de hacerlo si se aprovechan de las debilidades del ejercicio periodístico en El Salvador, pues ya eso es culpa de los medios de comunicación.
¿Qué es feo? Es feo, que tengan la pretensión de hacerse pasar por medios de comunicación ante la gente, pero lo que podemos hacer los periodistas y los medios de comunicación que hacemos periodismo es marcar una diferencia y esas diferencias son trabajar bien la fuente, ser responsable con lo que se publica en cuestionar al poder pero si estás publicando solo cosas maravillosas de un señor Callejas entonces ya te pareces a estos medios de comunicación que han surgido. ¿Cuál es la diferencia entonces?
A eso me refiero cuando decía hacé investigaciones muy buenas sobre tráfico de armas, ejecuciones extra legales; putrefacción de la policía por un caso en Panchimalco que reveló La Prensa Gráfica, pero a la par estás publicando esas cosas, entonces a quién le servís, la gente o tus amigos o políticos, ¿cuál es tu dios? ¿ A quién le servís?
¿Considerás que se está equivocando el periodismo de investigación al momento de difundir las publicaciones periodísticas para llegar a más personas?
Primero tenemos que conocer cómo funcionan las redes sociales, las plataformas de publicaciones, creo que estamos en lo correcto al apostarle al periodismo en profundidad para que la gente entienda que está sucediendo en su comunidad llena de problemas. No basta con que sepa que ayer fueron asesinadas 15 personas, necesita saber qué hay detrás de eso, cómo se explica que este problema no se resuelva después de tenerlo durante 25 años, sino que durante 117 años.
Desgraciadamente los periodistas carecemos de conocimiento suficiente como para entender cosas, herramientas de las ciencias sociales para hacer mejor nuestro trabajo, pero no nos equivocamos cuando pensamos que la gente necesita comprender que hay detrás de fenómenos como las violaciones a menores o la corrupción política o por qué permanecen las pandillas siendo cada vez más poderosas, y que tenemos leyes duras que al final son para contrarrestar, porque no funcionan.
Con la internet estamos muy desafiados, no solo a superar el hecho de que ya mucha gente puede manejar información, porque ya no somos los únicos que publicamos, ya no monopolizamos el acceso a las fuentes adecuadas. La internet nos obliga a comprender cómo funcionan las redes sociales por ejemplo: la divulgación de nuestras investigaciones y llegar a nuestro público, se supone que nosotros somos expertos en comunicación pero muchas veces somos unos grandes ignorantes, como la gente consume información en redes sociales o internet, ¿conocemos esos secretos?
¿Será que las audiencias esperan eso de los medios o están educadas a consumir eso?  Pero, ¿cómo hacer para cambiar eso?
No se puede, porque es la naturaleza humana, el sensacionalismo resulta exitoso en cuanto a atraer miradas, porque apela a lo más básico de la naturaleza humana, pero los periodistas deberíamos pensar en cosas nobles para educar a la gente, no digo que vamos a publicar o un silabario, no me refiero a eso, sino a dar un poco de cultura general por medio de nuestras investigaciones y ahí entran preocupaciones, ¿cómo hago yo para esto, que es importante, resulte interesante?
Existe una atracción natural a hechos de sangre o de farándula, porque posiblemente tenga que ver con nuestra supervivencia, porque si mataron a alguien fuera de mi casa es importante porque percibo que hay un problema allá afuera, pero tu obligación es ayudarle a la gente para que comprenda que sucede ahí.
Una cosa en la que tenemos que preocuparnos los periodistas es en convertir lo importante en interesante, que yo no creo que es trivializar, porque hay muchos que están utilizando este recurso de ‘’Fulano dijo tal cosa y esto pasó’’, esa es la forma barata de hacer las cosas.
Pero, ¿qué podemos hacer? Lo lúdico es atractivo para la gente. Pero, ¿cómo hacemos para que la gente se sienta atraída por cosas importantes que pueden en principio ser aburridas, pero fundamentales para la vida de las personas? Cómo el tema de las pensiones, el tema del crecimiento económico, y es ahí donde el periodista debe pensar y si hecho mano de recursos literarios para hacer más atractivo el cuento, ahora con la internet es más fácil un pequeño video de dos minutos  para que la gente se sienta interesada y luego quieran leer el gran reportaje.
Es difícil luchar con el instinto animal, por eso es que hay medios en papel que te presentan a mujeres en trajes de baño. Había un periódico que te ofrecía cada viernes una contraportada en el que venía el «bombón de la noticia». Cuatro Visión recurre al sensacionalismo, Código 21, eso no debería llamarse noticiero, es basura, pero vemos como medios serios recurren al recurso de «La casa de embrujada de los Guirola», ¿qué es eso? La solución está en entender la naturaleza humana y cómo hacer para presentarles de manera atractiva algo importante.

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