Amparo Marroquín Parducci: “Los periodistas son los hacelotodo, los comelotodo, los vendelotodo”

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2 julio bomberos

Su perfil en Linked In resume que ha sido docente de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas desde 1997, profesora invitada en la UCA de Nicaragua, en la Universidad de El Salvador, en la Universidad Nacional de la Plata, en Argentina; entre otros centros de educación superior.
Esta maestra en Comunicación ha realizado investigaciones sobre cómo los mensajes de los medios han cambiado a partir de los procesos migratorios y  la violencia desde la década de los 90 en el país.
Amparo Marroquín Parducci habla sobre  que en la actualidad hay una lucha mediática por el establecimiento de cuatro agendas: la del Gobierno, la de los medios tradicionales o conservadores, los medios alternativos o los financiados por los grupos de izquierda y la agenda de la misma ciudadanía que a partir de las redes sociales ha ganado mayor protagonismo.
También reflexiona sobre la precarización de las condiciones laborales de los periodistas con el auge en el ejercicio periodístico del internet y de las redes sociales.
«Antes necesitabas a una persona para que hiciera cámara, otra tenía el audio, otra tomaba la nota, otro editaba. Ahora no. Un solo periodista tiene que hacer la cámara, tiene que redactar la nota, tiene que mandarla», dice.
En los últimos siete años se ha ampliado el sistema mediático de radio y televisión del país. Han surgido varios canales de televisión y estos dos últimos gobiernos han destinado mayores recursos a los medios  gubernamentales. ¿Qué reflexión tiene sobre esa transformación del sistema mediático salvadoreño?
Han surgido nuevos medios, pero como usted está señalando son medios gubernamentales y en ese sentido me sigue pareciendo fundamental que el Gobierno, el Estado salvadoreño, tenga la capacidad de fomentar no solamente medios gubernamentales y medios privados, sino también medios públicos y medios comunitarios.
A mí me parece que ha empezado a moverse un poco la distribución del espectro, pero no hacia donde en general la sociedad necesita o no exclusivamente donde la sociedad necesita. Es decir, ciertamente hay nuevos medios, me parece que el mayor estallido es en la parte digital, pero me parece que hay una deuda importante que el Estado salvadoreño tiene que atender en relación con el tema de los medios de comunicación.
En el caso del espectro radioeléctrico, han surgido en estos últimos años empresas televisivas financiadas por empresarios y políticos de izquierda. ¿Considera que han servido de contrapeso a las empresas televisivas tradicionales de la derecha?
A mí la impresión que me da es que como es apenas una emergencia, no llegan a ser contrapeso todavía; y no lo estoy hablando desde el punto de vista de la calidad de la producción, del tipo de análisis que se producen en estos medios, sino que estoy hablando del impacto en la población, en las audiencias.
El año pasado los estudiantes hicieron un sondeo rápido entre 350 gentes, digamos un sondeo de mercadeo, pero que permite ver hacia dónde se están moviendo las audiencias y tienden a buscar a los medios tradicionales o los medios digitales. Por los medios tradicionales quiero decir los que ya tienen mucho tiempo.
A mí lo que me parece es que las audiencias se están fragmentando, pero en ese sentido, no necesariamente estos nuevos medios que surgen están haciendo el contrapeso que realmente necesitaríamos que se haga.
¿A qué cree que se debe esto?
Allí tendríamos primero que analizar con más detalle el comportamiento de la audiencia salvadoreña. Me parece que en general el consumo de medios de comunicación es un ritual casi. Es decir, uno tiene ritos ya establecidos. Me siento a ver la telenovela o veo el noticiero con mi abuelita. En ese sentido, a mí me parece que el comportamiento más ritual de los salvadoreños es algo que es muy difícil de romper; y para romper yo les tengo que ofrecer espacios anclados también en sus estéticas.
Mi impresión con los nuevos medios es que intentan establecer otro tipo de estéticas u otro tipo de reflexiones que no necesariamente anclan en las estéticas de las audiencias salvadoreñas. Ahorita sería una hipótesis que tendríamos que comprobar.
Por otro lado, tampoco me parece que los nuevos medios estén haciendo un tipo de producción que atraiga a las audiencias salvadoreñas. Sigo pensando en función de las audiencias. Que quiero decir con esto, cuando entrevistamos a gente, que era sobre todo del área urbana, lo que nos decían era que consumían muchas series y telenovelas. Nosotros no tenemos series producidas en El Salvador, no tenemos telenovelas, salvo la que está sacando ahorita “La mara anda diciendo” con Arturo Menéndez, o sea, no tenemos producción de ficción salvadoreña y de narrativa salvadoreña. A mí me encantaría que TVX sacara una telenovela salvadoreña que recuperara memoria de la guerra, pero no tenemos.
En la medida que no tenemos eso, ¿qué es lo que pelean los nuevos medios? ¿Qué ofrecen de distinto los nuevos medios? Noticieros con enfoques distintos o un programa de opinión con un enfoque distinto con presentadores distintos, por su puesto. Pero más allá de eso, siguen manteniendo estos formatos y mi impresión es que las audiencias están buscando
A nivel periodístico, ¿considera que esos nuevos medios han logrado posicionar en la agenda mediática temas que los medios tradicionales no colocan?
Yo pensaría que hace falta hacer más investigación sistemática al respecto. Mi impresión es que tenemos una disputa mayor del tipo de agendas settings que la sociedad salvadoreña coloca y en esa disputa yo identificaría al menos a cuatro actores fundamentales.
Uno, sería el Estado salvadoreño tratando de colocar una agenda. Por ejemplo, los 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz es una agenda que al Estado salvadoreño le interesa reflexionar y que en ese sentido colocó y posiciona.
Una segunda agenda, me parece que tendría que ver con los medios más tradicionales que responden normalmente a un pensamiento de las élites más empresariales. Allí está una segunda agenda que está en juego.
Una tercera agenda es la agenda de estos nuevos medios que tienen también temas que van colocando y que los medios más tradicionales no necesariamente están cubriendo.
Finalmente, la cuarta agenda es la que menos estamos sensibilizados a captar es la agenda de la misma ciudadanía que esa agenda para mí irrumpe mucho en redes sociales. Por ejemplo, un ciudadano sube un video de que han sacado un señor robando carros en Santa Tecla y de repente El Diario de Hoy retoma eso y Canal 21 retoma eso; y empiezan todos a retomar porque un ciudadano dice:»yo ya no puedo más».
Lo que está sucediendo en redes sociales de alguna manera cubre el rol que antes cubrían los campos pagados. ¿Qué eran los campos pagados en los medios tradicionales? Era que yo llamaba a Irvin y decía: “Fíjese que está pasando esto”; e Irvin decía: “sí, en algún tiempo yo voy a ir a ver”. Y como Irvin no me hizo caso nunca y a mí me urgía, entonces yo pongo un campo pagado. Y digo: “yo me manifiesto porque aquí ya no aguanto más porque me están robando mucho”. Ahora, si nadie cubre esa nota que a mí me interesa, yo grabo el video y lo subo a Facebook y digo: “tengo una semana sin agua y aquí nadie me hace caso”.
Me da la impresión de que son estas cuatro agendas en disputa y me parece que ya no tenemos una única agenda que prevalece. Me parece que lo que deberíamos de estudiar ahora son las interacciones entre estos distintos sectores de la sociedad que de alguna manera están justamente disputando la visibilidad y disputando la palabra.
¿Cómo ve el aumento de medios de comunicación digitales?
Yo lo veo con un moderado optimismo. Yo lo que espero es que estos medios se arriesguen. Que sean capaces de inventarnos nuevos lenguajes, inventarnos nuevas narrativas, nuevos formatos. Creo que muchas veces se tiende a arriesgar menos porque ya sabemos cuál es la fórmula que funciona. Entonces, se mantienen fórmulas que son muy similares.
Yo discuto con los estudiantes, por ejemplo, cómo el humor acá está muy poco presente en los noticieros. El noticiero más visto en Guatemala tiene un día a la semana donde el noticiero se vuelve bufo, se llama “Las imperdonables”, y el eslogan dice: “Por favor no se enoje”.  Aparentemente son dos presentadores serios presentando una nota, pero la nota toda se burla de realidades políticas absurdas; cuestiona al poder desde el humor. Un poco lo que Brozo ha hecho en México.
En el caso de El Salvador no tenemos eso. No estoy diciendo que eso tiene que ser la innovación. Estoy diciendo que lo que simplemente espero de estos nuevos medios es que nos den una cosa distinta a lo que los medios tradicionales nos han venido dando.
¿Qué piensa sobre este auge de medios digitales, que pretende ser serios, pero su objetivo es reforzar la imagen de ciertos personajes políticos o destruir la de sus adversarios políticos?
Esta disputa por la visibilidad que estábamos mencionando, antes se se situaba sobre todo en los medios impresos y ahora ha brincado al ámbito de lo digital. Nosotros estamos en un proceso de transición  hacia lo multimedia y cada vez más vamos a necesitar menos cámaras y distintas cosas, porque cada vez con el celular se puede hacer una cobertura completa de prensa, mandar la nota.
Hay un filósofo que está de moda, Byung-Chul Han, que dice que al final  esta es la psicopolítica: “es el momento en el que psicológicamente nosotros mismos nos autoexplotamos, porque estamos todo el tiempo conectados”. A las tres de la mañana tu jefe te puede llamar y si no le contestas te dice: “¿Qué pasó?”. Y uno le dice: “pero es que desconecté el internet “. Y él te dice: “pero cómo es posible”.
Un momento en donde tenemos unos niveles de presión por producir muy grandes. Y de hecho, cada vez es menos factible, otra vez desde el ejercicio periodístico decir: “es que no pude enviar la nota porque…”. Antes era: “no traje el rollo—fotográfico—o se me acabó el casete de la grabadora. Ahora, si no tenías grabadora, grabá con el celular. Tenemos una presión cada vez mayor.
En esta mayor presión tenemos nuevas herramientas de la manipulación a los espectadores que se están ensayando, yo no diría que son exitosas , yo diría que se están ensayando. Allí es cuando comienzan a aparecer muchos de estos medios que aparecen de pronto. Algunos solo tienen páginas en Facebook. Otros solo tienen una página web y que uno no sabe exactamente de dónde salieron, normalmente no firman los periodistas que hacen las notas; pero mi impresión cuando discutimos con la audiencia salvadoreña es que la gente se da cuenta de dónde viene esa nota, es decir, la gente sabe si hay un sitio y cuando uno lee la nota entonces uno dice: “este es favorable a tal sector o este es de tal partido político.  
A mi me parece que son ensayos de manipulación  dónde está intentando es,  e incluso generando notas falsas  simplemente notas  catastróficas o amarillistas. Por ejemplo, estaba leyendo en uno de estos sitios salvadoreños una nota que dice que el fin del mundo será la otra semana porque va a haber un asteroide que va a impactar a la tierra, pero que la NASA dice que no es cierto, pero eso es real. Yo me imagino que son estrategias para ver si con eso se gana audiencia y lo que vamos a encontrar es algo que, también a los medios internacionales he encontrado, es que mucha gente mira esas cosas y comparte esas cosas, pero no porque se las crea profundamente  y está afligida y se va a ir a confesar porque se va a acabar el mundo, sino para divertirse.
Ahorita estamos en un tiempo de experimentación y un profesor de Costa Rica, experto multimedia, que suele repetir esta frase de: “si alguien te dice que sabe lo que hay que hacer está mintiendo”. Porque nadie, ni los periodistas de mayor experiencia ni los jóvenes, saben exactamente lo que hay que hacer. Todos estamos experimentando , todos nos estamos enfrentando  a un universo de significaciones muy novedoso y estamos viendo cómo funciona. Voy a lanzar esta nota para ver cómo funciona, voy a hacer este tipo de producción a ver si esto funciona mejor con la audiencia; porque todavía estamos tratando de entender lo que para los salvadoreños implica el uso de redes sociales y después en las redes sociales competimos con otra serie de información como la información más personal, la gente usa las redes sociales para comunicarse con su familia que está viviendo en en el exterior. Ahora los medios tienen que competir con todo eso.
Antes un medio de televisión, si te sentabas a ver el noticiero era para ver el noticiero; y para llamar a tu mamá que está en Estados Unidos, la llamabas por teléfono después en una hora que sabías que era barata. Ahora eso está compitiendo todo el tiempo.
¿Considera que está tendencia de medios que crean falsas noticias va a continuar?
Yo creo que hay un estallido ahorita, pero creo que muchos de estos medios que no son sistemáticos que no son medios profesionales, sino que son páginas distractoras, llamémoslas así, es muy probable que vayan desapareciendo; aparecen y desaparecen.
Si uno mira el desarrollo en una sociedad que tiene un poco más de tiempo haciendo esto como México, normalmente esas páginas aparecen y desaparecen y aparece uno nuevo; porque en cuanto la gente identifica y etiqueta: “este es un medio de tal partido político”, ya no le prestás atención. Tiene que surgir uno nuevo que no tenga esa etiqueta para poder seguir lanzando información.
A mi me parece que tenemos que seguir estudiando cómo son las audiencias, porque cada vez las audiencias se especializan mejor en descifrar ese tipo de mensajes que los medios está produciendo. CIertamente hay gente que va a repetir y decir: “mira, ¿viste, te diste cuenta de esto?” Yo misma, por ejemplo, alguna vez tomé como una nota que era de La Prensa Gráfica una nota que no era una nota de La Prensa Gráfica o una nota de TVX y no era una nota de TVX, porque les cambian a veces un punto del nombre. A lo mejor uno se desliza, pero rápidamente va identificando esos elementos.
Van a tener que surgir nuevas estrategias. Ahorita es un momento de estallido, de saturación y después me parece que otra vez el espectro se va a ordenar. No sé si es una visión un poco ingenua u optimista del asunto, pero tengo la impresión de que se va a ir ordenando.
Fotografías: Óscar Bolaños
¿Cómo ve el ejercicio periodístico frente al desarrollo de las nuevas tecnologías? Antes era la radio que informaba que los otros medios, de allí le seguía la televisión y por último el periódico. Pero ahora, los periodistas tienen que estar informando en Twitter.
Estamos corriendo todo el tiempo. Yo miro medios tradicionales a los que yo estoy suscrita y que te mandan sus titulares; a veces tres veces en una hora, porque están peleando al otro la última nota, le están peleando a Twitter, a Facebook , a los ciudadanos, al Estado salvadoreño, a los nuevos medios y a los otros medios tradicionales. Ahorita es un momento de lucha de protagonismo por lo inmediato.
Pero mi impresión cuando voy a las audiencias es que no sé; vamos a poner un ejemplo. No me voy a meter con una nota de política, digamos una nota de farándula. Se murió Juan Gabriel. Uno se entera por cualquier medio, pero normalmente el ritual de la audiencia es: “voy a ir a mi medio, al medio donde yo me informo, y voy a ver si tienen algo allí”. Entonces, uno dice: “mira, en este medio no han dicho nada todavía. Quizás no se murió”. Y después:“¡No! Ya pusieron. A pues sí, se murió”. Por eso insisto en que es un ritual y que normalmente aunque vengan informaciones por muchos lados, la gente suele mantener a un medio que por “X “o “Y” razón, hasta por costumbre le resulta el medio desde el cual se ha venido informando desde hace mucho tiempo.
En esta nueva etapa, ¿considera que se ha perdido la calidad de la información que se le brinda a la gente?
Yo no soy tan apocalíptica en eso. Yo creo que siempre ha habido medios que pierden información  y siempre ha habido medios que realmente mantienen una gran calidad de la información. Yo creo que eso lo seguimos viendo hoy en día, lo que pasa estamos en un momento, como dicen muchos críticos, de infopolución. Estamos contaminados de tanta información, en esa información es muy fácil perderse.
Pero yo sigo creyendo que  hay medios que son capaces de construirnos la información necesaria, una información crítica, dan su opinión pero al mismo tiempo permiten a las audiencias construir sus propias opiniones. Yo diría que siempre seguimos encontrando de todo, pero que estamos muy saturados.
¿Cree que cada vez hay menos medios que le apuestan a brindar información de calidad o se mantiene igual?
Yo diría que cada vez hay más medios con mayor calidad en el ejercicio periodístico en el país. Es decir, que si la escuela periodística del país empieza con periodistas empíricos que con la guerra aprenden muchísimo y que son una de las escuelas, me parece a mí una de las más importantes, y que le debemos un reconocimiento el resto de generaciones.
A mí me parece que ahora tenemos generaciones cada vez más profesionalizadas, pero al mismo tiempo que ponen mucho empeño y que son muy críticas; y si no veamos que ahora hay periodistas del país que son referentes del periodismo en el mundo, o sea, que han recibido premios de investigación que son los premios más importantes. El Premio Maria Moors Cabot se ha ganado dos veces aquí en El Salvador; el de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano tenemos gente que lo ha ganado, que ha sido finalista. Yo creo que estamos mejor en ese sentido. Es decir, que ciertamente otra vez tenemos ejercicios periodísticos que otra vez que siguen siendo cuestionables, pero también me parece que tenemos muchos periodistas que están profundamente comprometidos con su trabajo.
¿Cómo ve también que medios impresos que se pueden calificar con profesionales y ahora en sus plataformas digitales presentan información solo para generar tráfico en su sitio web con titulares y contenido amarillista o sensacionalista?
No sé. Tuve un exalumno que es un colega que hace un trabajo muy bueno, William Carballo, que es ahora director de investigaciones de la Mónica Herrera. Hizo una serie de revisiones de periódicos de 1930 y teníamos titulares que eran espectacularizantes.
Yo no estoy tan segura que esto sea algo súper novedoso. Es decir, la investigación que hicieron los historiadores Héctor Lindo y Erick Ching, por ejemplo, sobre la manera se cubrió la masacre del 32 son titulares muy tendenciosos que intentan llevar a las audiencias a cierto tipo de opiniones. Yo no creo que eso sea novedoso. Yo creo que eso es parte de un ejercicio periodístico que acá en El Salvador se ha mantenido
Si yo comparo con el ejercicio periodístico en Guatemala, que yo lo he estudiado un poco, mi impresión es que nosotros no tenemos la división que existe en otras sociedades de estos medios son amarillistas y estos son medios serios, lo voy a decir así entre comillas. Como no tenemos esa división, los medios meten en una sola oferta todo.
En cambio en países como Guatemala, por ejemplo, cuando yo he estudiado el discurso que la prensa hace sobre pandillas es mucho más moderada en general, pero tiene que ver con que la prensa seria es moderada. Las audiencias, los lectores, los televidentes esperan ese tipo de cobertura. Mientras que hay otros lectores que buscan otros periódicos que se autodenominan amarillos y que trabajan la información de otra manera.
Yo creo que en el caso de El Salvador lo que sí hemos tenido es un ejercicio periodístico muy mezclado. Yo no me atrevería a decir que ahora es más que antes o que es más amarillista que antes. Creo que al menos es igual.
¿Cómo ve el tratamiento periodístico que se hace sobre las pandillas en El Salvador?
En general me sigue pareciendo que la cobertura de pandillas lo que hace es repetir mucho el discurso gubernamental. Si uno revisa las fuentes que los periodistas tienen a la hora de cubrir estos temas, normalmente son fuentes gubernamentales o la policía o el ejército o funcionarios del Gobierno.
A mí me parece que en general, o través genérico, tenemos este tipo de cobertura y que la ciudadanía aparece cuando es víctima en este tipo de cobertura; y no aparece la academia haciendo análisis, no aparece sociedad civil que trabaja estos temas muchas veces.
O través, creo que estoy generalizando, pero hay coberturas que son distintas y me parece a mí que hay una deuda en poder respondernos algunas preguntas a la sociedad salvadoreña. Es decir, ¿qué vínculos tienen las pandillas con el crimen organizado? ¿Podemos seguir llamándolas pandillas? o, ¿ya son parte del crimen organizado? ¿Cuál de las pandillas, cuáles clicas? ¿Hasta dónde las pandillas tienen infiltración no solo en el aparato gubernamental, sino en otros espacios de la vida social y civil?
¿Cómo los medios de comunicación nos ayudan a comprender mejor este fenómeno? Pero no para tenerles miedo, sino para intentar buscar soluciones posibles. ¿Qué tenemos que hacer para que esta situación comience a mermar? Más allá de las manos duras y las políticas gubernamentales. Se ha ensayado muchas respuestas en los últimos 20 años y casi parecería que cada respuesta lo único que ha hecho es empeorarnos la situación.
Yo lo que espero es que los medios de comunicación nos cuestionen eso y no solamente diga: “¡Ah, sí! Han salido hoy y han hecho una redada y han agarrado 40 gentes”. Sí, pero más allá de eso qué implica eso. ¿Eso soluciona algo? ¿No soluciona nada? Esas preguntas más de contexto yo creo que es clave que los medios de comunicación nos ayuden a mirar hacia allá.
Y si hiciéramos una especie de caricatura sobre esta problemática, ¿los medios de comunicación presentan a las pandillas como el peor de todos nuestros males?
No sé. Hacer una caricatura con ese tema me resulta complejo, aunque hay gente brillantísima que hace buenas caricaturas sobre esto. Yo diría que en general los medios de comunicación tienden a presentarnos a las pandillas como el problema fundamental y yo diría son uno de los problemas fundamentales de este país.
Pero las pandillas no son la causa de todos los males, sino consecuencia de muchos males estructurales, históricos que no hemos atendido. En la medida en que los medios nos ayuden a ver eso, vamos a poder como sociedad empezar a discutir con más seriedad, ¿cuáles son las soluciones que se tienen que dar?
Desde mi punto de vista, si ahorita se acaban las pandillas, porque los agarran presos a todos o matan a todos, cosa que me parecen muy grave, pero si pasara eso; pasado mañana tendríamos un nuevo problema, porque las estructuras que generaron este tipo de violencia no ha cambiado. En la medida que no cambien esas estructuras, ese tipo de violencia va a surgir, se va a llamar de otra manera pero va a continuar apareciendo.
¿Esos problemas estructurales no se está abordando en el trabajo periodístico?
A mí me da la impresión que no se está tocando lo suficiente. Pero otra vez, como espectro grande de medios de comunicación creo que hay excepciones importantes.
¿Cree que las audiencias, lectores y televidentes será más exigente con la calidad de información que presentan los medios?
Depende del tema. Por ejemplo, el tema de pandillas no está exigiendo nada y creo que los medios de comunicación, en general muchos actores de la sociedad salvadoreña somos responsables de que las audiencias exijan únicamente mano dura y violencia en el tema de pandillas.
Pero en otros temas, me parece que sí las audiencias suelen ser más críticas y exigir otro tipo de miradas y enfoques.
Por ejemplo.
En un tema como los partidos políticos, el rol que están jugando varios de nuestros dirigentes, aunque salgan los diputados diciendo que: “nosotros somos súper honorables, no sé por qué están cuestionando nuestros gastos”. La gente dice: “No. Ustedes tienen que dar cuenta de esos gastos”. Allí por ejemplo la audiencia es muy activa.
Pero por ejemplo, cuando aparece una nota sobre que agarraron a un pandillero en la madrugada, el vuelco de la audiencia te suele decir: ¡Qué bueno!” Y: “mátenlos ahora”, “préndanles fuego”. Ese tipo de respuestas que me parecen a mí son muy inmediatas, pero que me parecen a mí que no están vislumbrando la solución y en el fondo me parece que toda esta gente que está participando y dice este tipo de cosas lo que quiere es solucionar, es dejar de vivir en esa zozobra de inseguridad, de miedo, de la violencia. Y tener una sociedad más serena, creo que después de tantos años, de tanta violencia, este país se merece eso.
Me parece es que los que tenemos la responsabilidad de los medios de comunicación, la academia y otros actores es cómo hacer a la sociedad salvadoreña que la solución va más allá de la mano dura. Ciertamente tiene que haber un proceso donde la ley se cumpla y donde los victimarios tienen que recibir un juicio y un castigo. Pero como también hay otras medidas que si no se implementan el asunto no va a funcionar.
¿Qué papel debe jugar la prensa en las sociedades?  
La prensa en una sociedad  tiene que ser por un lado una contralora del poder. Es decir, tiene que llevarle las cuentas al poder. Pero por otro lado, me parece a mí que tiene que ser una plaza pública en la cual muchas voces puedan encontrar un espacio para contar sus agendas, contar sus historias.
Para mi sería esa la doble función de la prensa. Por un lado, ser críticos hacia el poder y por el otro lado, recuperar voces de la sociedad que no han sido escuchadas.
¿Los medios están cumpliendo ese papel?
Sobre todo en algunos espacios, lo que yo llamaría el buen ejercicio periodístico salvadoreño, son contralores del poder. Pero todavía falta recuperar esas otras agendas de nuevo. Creo que hay ejercicios y cada vez se va a ir haciendo mejor.
¿Y usted cree que son contralores del poder público y del privado?
Yo creo que son más contralores del poder público, porque es el más fácil de auditar. El poder privado, además, en este tiempo globalizado ni siquiera está anclado en el Estado nacional, es mucho más difícil de revisar.
Por ejemplo, una investigación que me ha parecido muy interesante y que en el país resonó muy poco, fueron los Panama Papers que fue justamente una investigación de muchas agencias periodísticas, de muchos medios de comunicación en el mundo, que intenta revisar qué pasa con estos capitales privados que están evadiendo impuestos y que los sacan de cada uno de estos países para crear paraísos fiscales, O sea, esa investigación intenta hacer justamente eso en un mundo globalizado donde esa información se te escapa. Entonces, tenes que comenzar a hacer este ejercicio que yo imagino que poco a poco la prensa salvadoreña lo va a comenzar a hacer más.
¿Cree que tienen futuro este tipo de investigaciones?  
Yo creo que es esto importante, sobre todo de algunos temas. De hecho, el crimen organizado. A las pandillas yo creo que no le deberíamos de dar un enfoque exclusivamente local o nacional, sino al menos del Triángulo Norte. Es decir, que el periodismo tendría que hacer alianzas con Guatemala, Honduras y México para empezar a tratar de entender.
El crimen organizado se ha globalizado más rápido que el periodismo y lo hacen mucho mejor; y comparten información de una manera más rápida. Como sociedades tendríamos que organizarnos para que esto no sea una cualidad del crimen organizado exclusivamente.
Un tema como la migración, por ejemplo, por cualquier parte te estalla la categoría Estado-nación. Tenés que pensarla por fuera del Estado-nación. Aunque muchas veces el Estado-nación te condiciona muchas cosas como el tema de la indocumentación, la indefensión del no aseguramiento de los derechos de los migrantes; pero son temas que se tienen que trabajar con una mirada mucho más global, mucho más regional.
Ante el nuevo panorama de los avances de las herramientas tecnológicas de comunicación, en donde el periodista tiene que trabajar como freelancer y se reducen las oportunidades de empleo, ¿considera que habrá una mayor precarización de las condiciones laborales de los periodistas?
Sí, pero esto no es exclusivo del periodismo. El periodismo está inserto en la lógica de un capitalismo global que nos está llevando a esto cada vez prescindir más de muchos trabajadores. Ayer se anunció un recorte de 25 plazas en uno de los medios más tradicionales del país. Son 25 familias que se han quedado ahorita en un importante nivel de incertidumbre.
Podríamos decir que Roque Dalton lo pensó, pero ahorita diríamos: “los periodistas son los hacelotodo, los comelotodo, los vendelotodo”. Te toca hacer todo. Antes necesitabas a una persona para que hiciera cámara, otra tenía el audio, otra tomaba la nota, otro editaba. Ahora no. Un solo periodista tiene que hacer la cámara, tiene que redactar la nota, tiene que mandarla. A mí me parece que sí, que estamos insertos en esta lógica del gran capital que quiere producciones más aceleradas.
¿Si en general  esta es una oportunidad para los trabajadores? Yo creo que no. Allí es donde hay que hacer un alto y reflexionar, ¿si realmente este es el tipo de sociedad que queremos construir? Una sociedad de gente súper acelerada, de gente que trabaja 14, 15 horas; llega a su casa y el teléfono suena y uno tiene que estar atendiendo  cosas de la oficina, ¿es esa la sociedad que queremos? O una sociedad más serena, que pueda tener espacios de diversión, de tranquilidad; y eso lo pienso tanto para los periodistas como para muchas otros ejercicios profesionales. Allí es donde se tiene que reflexionar, ¿qué tipo de sistema se quiere implementar?
Creo que todavía hay sociedades en Estado-nación en donde este tipo de aceleramiento no es tan dramático como en el caso nuestro. A mí siempre me llama la atención, por ejemplo, una vez que a mí me ha tocado ir a España o a Francia, allí la gente está menos conectada. El internet no funciona tan bien como acá, lo cual quiere decir que a la gente no le preocupa tanto eso, pueden estar desconectados un buen rato. Y aquí en cambio todo mundo es como un acelere, “es que aquí no está funcionando bien el internet”. Y creo que tiene que ver otra vez con estas sociedades, independientemente con las críticas que uno pueda tener, pero son sociedades donde hay un Estado de bienestar que todavía funciona un poco más que el nuestro.
¿Cómo está preparando la academia a los futuros profesionales ante este escenario?
Una es, la academia tiene el reto de entrar en relación, es decir, voy hablar en este caso por la UCA, pero la UCA por un lado, tiene relaciones con universidades jesuitas alrededor del mundo, pero también con otras universidades estatales o privadas; y también tenemos una red de universidades acá en el país, universidades asociadas a Felafacs, Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social; y esa red es un espacio donde todos estamos compartiendo cuáles son los principales retos que nosotros vemos, ¿cómo están llegando los estudiantes? Estamos tratando de tener una relación mucho más cordial, no pensándonos como competencia, sino pensándonos que todos juntos podemos apuntalarnos mejor en distintos tipos de especialidades para ofrecerles una oferta mejor a los estudiantes del país.
Y por el otro lado, creo que las academias tenemos el reto de asumir mejor el tema de la tecnología, pero no solo en el tema de cómo les enseñamos a los estudiantes a usar el celular y esto, sino cómo podemos incluir en nuestros planes de estudio, estas reflexiones que estamos diciendo. Es decir, el para qué. ¿Para qué esta tecnología? ¿Para qué este tipo de sociedad? ¿Hacia dónde la queremos llevar? Porque en el fondo son estas nuevas generaciones las que van a tomar la decisión de qué es lo que va a pasar con nosotros en los próximos 25 años.

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