Las coloridas casas, los descapotables añejos y las playas paradisíacas son solo una cara de Cuba, la que aparece en las postales. La realidad dista mucho de esa imagen idílica: estantes vacíos en los supermercados, hacinamiento en las viviendas y apagones constantes. La inflación se ha disparado a tal punto que llenar el tanque de combustible o comprar un cartón de huevos supera el salario mínimo de un cubano.

“Las calles están llenas de baches, los choferes se quejan constantemente porque se les dañan los carros”, relata Manuel, un ciudadano de 61 años que lleva más de la mitad de su vida oponiéndose al régimen. “El alumbrado público es casi inexistente. Lo curioso es que son las pequeñas y medianas empresas las que iluminan las calles. El gobierno, por su parte, anunció un plan de racionamiento de electricidad para ahorrar energía”, agrega.

La falta de luz, agua y vivienda digna son problemas acuciantes en la isla. “En una misma casa pueden vivir hasta cuatro generaciones. Es algo normalizado. Comparten baño como si fuera público”, explica Manuel. Sin embargo, el mayor problema es la escasez de alimentos. “No hay fruta ni vegetales. Nos dan cinco huevos al mes por persona. El salario no alcanza ni para los primeros quince días del mes. Ni siquiera podemos comprar jabón, champú o aceite”, denuncia María Elena, otra opositora al régimen.

Cuba atraviesa su peor crisis económica en 30 años. La pandemia de 2020, la caída de los salarios, la reducción de las importaciones y la inflación galopante han creado un panorama desolador. Solo en marzo, el precio de la gasolina se ha incrementado en un 400%.

Michel, exiliado en Madrid desde hace dos décadas y periodista en el Diario de Cuba, asegura que “la comunidad internacional está cansada de la situación en Cuba. Llevan 60 años – desde la revolución liderada por Fidel y Raúl Castro en 1959 – sin avanzar”. De hecho, afirma que la situación ha empeorado desde su partida en la década de los 90: “En ese entonces, las personas que tenían acceso a dólares u otras monedas extranjeras podían comprar algunos productos. Ahora ni siquiera los turistas que visitan la isla encuentran comida en los hoteles”.

Cuba se encuentra en una situación crítica, con una población que padece los estragos de una economía en ruinas. La escasez, la precariedad y la falta de libertades son el pan de cada día para los cubanos, quienes ven con impotencia cómo su país se desmorona ante sus ojos.