El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, ha asegurado este martes que Rusia ha destruido 280.000 toneladas de grano en Ucrania, lo que equivale a la cantidad necesaria para alimentar a 10 millones y medio de personas.

Austin ha hecho estas declaraciones en una comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado estadounidense, en la que ha denunciado que la ofensiva rusa contra las infraestructuras agrícolas de Ucrania está agravando la crisis alimentaria global.

«Estos ataques están provocando un sufrimiento humano incalculable a la vez que amenazan la seguridad alimentaria global y potencian el riesgo de crisis humanitarias innecesarias en todo el planeta», ha dicho Austin.

El secretario de Defensa ha pedido a los países aliados de Ucrania que incrementen el envío de defensas antiaéreas, que considera fundamentales para que la contraofensiva de Kiev tenga éxito, y también para proteger las infraestructuras donde se guarda el cereal.

Austin ha detallado que tanto Estados Unidos como el resto de aliados han destinado ya más de 76.000 millones de dólares (casi 71.000 millones de euros) a ayudas directas para la defensa de Ucrania.

Hoy mismo, Dinamarca ha anunciado el envío de 45 tanques, la República Checa mandará otros 15 y Alemania también ha detallado que va a aprobar un nuevo paquete financiero de 400 millones de euros para vehículos blindados, munición y sistemas de desminado, aunque ha dejado fuera de momento los misiles de largo alcance Taurus que demanda Kiev.

¿Cuáles son las consecuencias de la destrucción de grano?

La destrucción de grano en Ucrania está teniendo un impacto devastador en la seguridad alimentaria global. Ucrania es uno de los principales exportadores de cereales del mundo, y la guerra está provocando una escasez de oferta que está disparando los precios.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el precio del trigo ha subido un 75% desde el inicio de la guerra, y el de la cebada un 85%.

Estas subidas de precios están teniendo un impacto especialmente grave en los países más pobres, que dependen de las importaciones de cereales para alimentar a sus poblaciones.

La FAO estima que la guerra en Ucrania podría provocar que 100 millones de personas más pasen hambre en el mundo.