El río muerto

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El cantón San Sebastián, ubicado en el municipio de  Santa Rosa de Lima, La Unión,  es uno de los lugares  que evidencia la afectación ambiental producto de la explotación minera. Allí, por siete décadas desde 1900, la empresa Commerce Group extrajo todo el oro y plata que pudo hasta generar un daño irreversible en el medio ambiente
Los efectos de  esta práctica en el río San Sebastián son graves, al igual que  el impacto en la vida de los habitantes de la zona.  En este manto acuífero hay un alto contenido de metales como aluminio, arsénico, plomo, cobre, hierro, zinc, manganeso, mercurio, sólidos totales, sulfatos, boro, níquel y litio.
Durante el proceso  de extracción del oro y la plata, el agua generaba oxidación y el desprendimiento de químicos como: arsénico, plomo, hierro y manganeso lo que finalmente formaba el “drenaje ácido”. Hasta el día de hoy el río San Sebastián se considera “muerto”, por el daño irreversible que ocasionó la actividad minera. Además, las áreas adyacentes a la mina han quedado completamente inutilizadas para cualquier otra actividad como la agricultura.
Nicanor Domínguez, experto en la historia del medio ambiente en América latina, señala que en algunos casos la recuperación del terreno y la vida vegetal y animal en la zona podría tomar hasta medio siglo. El problema se hace más evidente, al pensar que  esos 50 años podrían  significar  la esperanza de vida de la población más pobre.
Esto ha  desencadenado  un problema de acceso a agua de calidad en la zona.  Los habitantes no pueden consumirla por el alto contenido de químicos y se ven obligados a  comprar este recurso proveniente de otras áreas externas del lugar.
Esta práctica atenta contra las posibilidades de sostenibilidad de una familia en condiciones de pobreza, sin embargo,  buena parte de la comunidad asegura  depender económicamente de la extracción de oro en la zona, y no abandonan esta práctica por la ausencia de otras fuentes de empleo en la zona.
De acuerdo con los  pobladores de la zona, un cántaro de agua tiene un costo de $0.25, y un barril de agua para el uso doméstico tiene un costo de entre $3.00 y $4.00. Si no se cuenta con el dinero para adquirir el vital líquido, una familia  opta por consumir  agua contaminada, muchas dependen de una economía de “supervivencia” y sus ingresos son $1.25 diarios, inferiores a lo  lo definido como la línea de la pobreza.
La única alternativa que les ha quedado a estos pobladores es trabajar de “güiriseros” que son aquellos que practican la minería artesanal. El horario de trabajo ronda de entre las 7:00 am hasta las 6:00 pm, se dividen en grupos de dos y hacen rotaciones cada 15 minutos hasta lograr encontrar el oro.
Espacios reducidos, poca ventilación y herramientas de trabajo inadecuadas son la realidad de un trabajo precario que además les expone  a deslizamientos, derrumbes y  gases letales dentro de la mina. En 2014 se registró el  fallecimiento de uno de  “güiriseros”, las causas se asocian a estas condiciones extremas.
Las afectaciones en la salud de los mineros artesanales  van desde un brusco cambio de temperatura, hasta una contaminación con metales pesados. Por ejemplo, la exposición generalizada al mercurio produce una intensa irritación en las vías respiratorias, es productor de bronquitis, neumonías, bronquiolitis, entre otras enfermedades.
El uso de mercurio fue utilizado en el pasado por la empresa para la extracción del oro puede afectar a los «güiriseros” y sus familias. Un factor en contra es que los efectos  son silenciosos y pueden ser visibles años después de incursionar en esta práctica. En ocasiones hasta la siguiente generación.
Al interrogar  los trabajadores sobre el  padecimiento de alguna enfermedad a causa de la minería artesanal, la respuesta suele ser negativa. No obstante, según el Ministerio de Salud, en 2013 se registraron  12,293 consultas por infecciones agudas en las vías respiratorias superiores. Se presume, la causa es la exposición a la contaminación en zona.
En el año 2006,  la Mesa Frente a la Minería Metálica presentó una propuesta para prohibir a esta industria en el país, pero no fue aprobada por la Asamblea Legislativa. A inicios de este año, la iglesia católica junto a la UCA presentaron una nueva propuesta para que restrinja esta práctica.
En la actualidad, los permisos para la industria minera han sido denegados y por ello el Estado salvadoreño ha sido demandado en al menos dos ocasiones en los últimos diez años ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencia Relativas a Inversiones (CIADI). Pero El Salvador les ha ganado el arbitraje a las dos multinacionales Oceana Gold y Commerce Group.
A pesar de ello, hace unos días el vicepresidente de la República, Óscar Ortiz, dijo en una entrevista televisiva que se debe analizar si a esta industria se le debe permitir que opere en El Salvador, un planteamiento que contradice el discurso histórico que ha tenido el FMLN en este tema.
Los metales pesados presentes en el rio: aluminio, arsénico, plomo, cobre, hierro, zinc, manganeso, mercurio, sólidos totales, sulfatos, boro, níquel y litio. / Fotografía: Óscar Bolaños.
El río San Sebastián es considerado el manto acuífero de mayor contaminación por drenaje ácido. / Fotografía: Óscar Bolaños.
En época de invierno, el río aumenta su caudal el cual minimiza la visibilidad de la contaminación, pero aun así no es apta para ningún consumo. / Fotografía: Óscar Bolaños.
La contaminación en el subsuelo del cantón San Sebastián hacen prácticamente imposible utilizarlo para que los habitantes se dediquen a la agricultura por lo que la única manera para obtener ingresos es dedicarse a la minería artesanal.
 
Las minas en San Sebastián son angostas y no tienen las condiciones necesarias para prevenir cualquier incidente. Fotografías: Óscar Bolaños.
Según los mineros, hay veces que solo ganan un dólar al día, pero en ocasiones pueden ganar hasta $100 diarios. / Fografías: Óscar Bolaños.
Las minas en San Sebastián tienen un proceso extenso y expuesto al mercurio Una vez que se extrae el mineral, comienza el procesamiento del mismo. La roca grande se tritura, se transporta a sus hogares y se separa a través de una serie de procesos que incluye el uso de mercurio. /Fotografías: Óscar Bolaños.
Otro de los impactos que se asocian a la contaminación en el lugar, es la alta tasa de personas que padecen el síndrome Guillain-Barré, la cual es una enfermedad que ataca el sistema de defensa del cuerpo y que por error ataca el sistema nervioso causando parálisis y debilidad muscular. En San Sebastián, por cada 1.000 habitantes, 46 de ellos padecen o han padecido dicho síndrome, cuando lo normal es que por cada 1.000 habitantes lo padezcan dos. / Fotografía: Óscar Bolaños
En Santa Rosa de Lima, el 51% de la población se encuentran en el área rural y el 49% en el área urbana. El 54% de la población son mujeres y el 46% son hombres. La escolaridad promedio de la población del municipio son 4.9 años, con una tasa de analfabetismo adulto del 75.4%. / Fotografías: Óscar Bolaños.
La mayoría de hogares de la zona deben comprar agua para uso doméstico y para consumo, porque el mato acuífero del lugar está altamente contaminado. / Fotografías: Óscar Bolaños
En invierno hay presencia de peces en el río los cuales también sufren el efecto del agua contaminada. En ocasiones, los habitantes se ven obligados a consumir agua de la zona por la misma carencia de recursos económicos. / Fotografía: Óscar Bolaños
Los mineros artesanales temen que si es aprobada una ley que prohíba la minería metálica en el país se queden sin trabajo. / Fotografías: Óscar Bolaños.
En el 2006, la empresa Commerce Gorup demandó al Estado salvadoreño por revocarle los permisos de explotación minera en el país. Sin embargo, en el 2013 El Salvador ganó el arbitraje internacional contra la empresa estadounidense. / Fotografía: Óscar Bolaños.
Hace unos días, los legisladores de la Comisión de Cambio Climático de la Asamblea Legislativa llegaron a la zona para conocer los impactos que ha causado la industria minera. / Fotografía: Óscar Bolaños.

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