Desde la Facultad Multidisciplinaria Oriental.

Luego de establecer claramente la definición del concepto: “Universidad” y sus implicaciones en las problemáticas de la Universidad de El Salvador (UES en adelante), paso enumerar aquellas que considero principales y hasta radicales: a) Desproporcionada representación  al sector profesional no docente en el gobierno de la universidad con respecto al sector estudiantil y académico. b) Supremacía de la bipartidocracia a las decisiones estratégicas y directivas tanto académicas como administrativas en detrimento de la democracia estudiantil. c) Presupuesto no acorde a las necesidades de la población estudiantil de la Facultad Multidisciplinaria Oriental.

Las tres problemáticas poseen un factor común, el atentado flagrante a la identidad misma de la Universidad. El primero es de índole legal-estructural, el segundo político-electoral y el tercero económico-financiero. Son complejas anomalías, dado su afincamiento histórico y las derivaciones imperceptibles en las actitudes, conductas y verbalizaciones de cada profesor, estudiante y empleado que forma parte de la comunidad, estas pueden ir desde los extremos de la apatía hasta la comisión de actos inapropiados. De tal manera que la resolución de las mismas implica una voluntad férrea, perseverante, valiente y sabia.

Preliminarmente debe reconocerse que, si bien es cierto los tres son críticamente esenciales en generar múltiples anomalías en la Universidad, el primero, la desproporcionada representación del personal no docente, presenta una génesis problemática de tal radicalización, asociada a su índole legal, que no solamente señala ya per se una anomalía al desnaturalizar la esencia identitaria de la Universidad descrita previamente, al colocarse al mismo nivel que los estudiantes, los entes ser-ahí de la misma, la realidad cotidiana de ella; sino que se confirma en el histórico y actual accionar de ese sector en el ejercicio electoral acusado de mecanismos espurios para formar asociaciones casi de fachada para cumplir un mero formal requisito de algo esencial en la democracia universitaria.

Es pertinente acotar previamente, en honor a la claridad y con el cuidado que merece, con el afán honesto de no dañar susceptibilidades ni permitir malas interpretaciones, lo siguiente: no se pretende estar en contra de la legítima pertenencia a la Corporación Universitaria de los profesionales no docentes graduados o incorporados en la UES, tal como lo establece el artículo 10 de la Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador (LOUES en adelante), dado que ellos guardan sus raíces académicas en la misma, fueron constitutivamente un: ser-ahí universitario y cumplen su rol de extender la identidad extramural, atemporal universitario, asimismo permiten una perspectiva particular desde afuera, abriendo la oportunidad de una sana intervención externa ante el enquistamiento de prácticas académico-administrativas obsoletas, antidemocráticas o dogmáticas. Todo eso no obsta, para señalar la desafortunada desproporción al ubicarlos en el mismo poder decisivo gubernamental al del sector estudiantil y sector docente, tal como es verificable en los artículos 14 y 15 de la LOUES. Por tanto, en términos teóricos-ontológicos, la premisa es sencilla, los miembros de las asociaciones de profesionales, aunque continúan siendo parte importante y extensiva de la Universidad, han perdido el elemento del ser-ahí, ya no desarrollan plenamente y de continuo su praxis en función directa de la Universidad, ya no lo hacen intramuralmente (virtual o físicamente). El sector profesional no docente en cierta medida ha disminuido, en concordancia a sus nuevos roles, su pertenencia activa a la Universidad. Esto se enfatiza, porque, en el devenir académico universitario surgen necesidades, se viven experiencias, y se presentan problemáticas que ya no son advertidas en gran medida por ellos. Si bien es cierto, hay cierta apercepción, no es eminentemente integral, es decir no es sentida en su totalidad. Además, como agravante, este sector se desliga de tal manera con la cotidianidad académica que sólo ronda a la vista en tiempos electorales, únicamente sabemos de ellos en momentos donde se requiere sus votos y sus candidatos. Es triste que el único papel crucial del sector profesional no docente sea en los puestos de las decisiones dentro organismos colegiados de dirección de la Universidad, o por lo menos, es lo que se sabe. (A menos que sean tan profundamente humildes como para exponer su aporte a la vida universitaria in situ o sumamente confidenciales sus acciones como para exponerlas públicamente)

En definitiva, se desconoce la motivación por la cual se ubicó al sector profesional no docente al mismo nivel decisorio que los estudiantes y los profesores; al parecer, brindando el beneficio de la duda a las autoridades de esos tiempos, pudo responder a necesidades imperantes propias de la época (Realmente sería un tema digno de una investigación histórica crítica). Uno no desea creer que sólo se incluyeron para un manejo injerencista de la UES o una forma de trastocar la verdadera democracia estudiantil ofreciendo un formalismo para abrir paso a negocios y negociaciones corruptas en detrimento de los intereses prioritarios de la UES; sino, tal como previamente se ha expresado, una perspectiva diferente desde una posición externa con un corazón UES.

Finalmente, no es mi afán denunciar casos concretos: nombres y apellidos, fechas o situaciones donde se evidencian claramente las consecuencias indeseables de asignar al sector profesional no docente tal poder de elección; no solo por la naturaleza de mi escrito, el cual es un análisis preponderantemente teórico, (aunque, con implicaciones para actuar en la praxis), también porque muchos de ellos se conocen en conversaciones informales, en pláticas clandestinas, a puertas cerradas de influyentes oficinas y por lo tanto, para exponerlos se requeriría una investigación casi detectivesca. Basta mencionar un caso emblemático de pasadas elecciones donde, aunque se obtenían votos mayoritarios en los sectores estudiantiles y de profesores (quienes ontológicamente se constituyen en la U) donde la voluntad era evidentemente unánime y elocuente en favor de una terna de candidatos, lamentablemente por los votos del sector profesional no docente, se lanzó fácilmente al traste tal diáfana democracia por un juego formalista en el que intervino la Asamblea General Universitaria (¡Todo ello, avalado por la LOUES!), quedando unos elegidos con pírrico, por no decir, nulo apoyo de las mayorías. Un deplorable acto legal pero ilegítimo. Es así, como algunos grupos descubriendo ese resquicio legalista, se olvidan de cumplir la transformación de la UES en beneficio de los estudiantes y profesores (verdadero poder óntico universitario), y se interesan por conseguir componendas con algunos profesionales oportunistas para acceder a los puestos de autoridad.

 Por lo cual, se expone la propuesta, sencilla, pero directa al meollo que se resume en: agregar al sector administrativo en la estructura universitaria; discutir seriamente una nueva reconfiguración de la dinámica del poder decisivo en la Corporación Universitaria, dicho de manera cuantitativa, restar al sector profesional no docente un representante en los órganos colegiados, asignar porcentajes diferenciados a cada sector en cuanto a sus resultados de elecciones para autoridades, con mayor ponderación al sector estudiantil, seguido del sector académico y en menor puntales a los sectores profesional no docente y administrativo; incrementar la rigurosidad en el proceso de admisión de organizaciones para ser aptas en las votaciones correspondientes al sector profesional no docente; intensificar y sistematizar la supervisión de las organizaciones de profesionales para garantizar su autenticidad y aportes a la UES; además, potenciar el rol de del sector profesional no docente, dejando registrado en la LOUES las actividades académicas universitarias cotidianas en las que se debe involucrar activamente el sector profesional no docente aparte de los temas electorales, tales como: congresos, cátedras en eventos especiales, procesos de inducción a nuevos aspirantes, gestión de fuentes de recursos extras a través convenios con organizaciones no gubernamentales, instituciones estatales o países amigos, entre otras.

En cuanto a la segunda problemática, se discutirá en la siguiente entrega.

Aldo Hernández es Doctor en Medicina. 
Maestro en Métodos y Técnicas de Investigación Social.
Posgrado en Pedagogía.
Profesor universitario de Anatomía Microscópica de la Universidad de El Salvador. 
Coordinador de Clínica Metabólica local del ISSS.

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