La sociedad argentina respira aliviada este lunes, pero se prepara para contener la respiración en menos de un mes. El candidato ultraliberal y «anarcocapitalista» Javier Milei, que partía como favorito para ganar las elecciones a la presidencia del país latinoamericano, se ha desinflado y ha quedado en segunda posición con el 30% de los votos.

La inesperada victoria ha sido para el peronista Sergio Massa, actual ministro de Economía, con un 36,6%. Así, el país se prepara para una segunda vuelta donde será clave la decisión de los votantes del partido del expresidente Mauricio Macri, la derecha tradicional de Juntos por el Cambio, que logró un 23,8% de apoyos.

Esta exhibición de músculo del peronismo, una corriente argentina que permea la vida política del país y que es difícil de entender fuera de sus fronteras, choca con la difícil e histórica situación económica del país. La inflación interanual escaló en septiembre al 138,3% y el nivel de pobreza se sitúa en el 40,1%.

Sin embargo, la estrategia del miedo a la ultraderecha movilizó a sus votantes de una forma efectiva. «Vienen a por todo, vienen a por tus derechos», argumentó Massa en campaña. Todo ello en un país con 18,7 millones de personas que reciben dinero del Estado, entre los que se incluyen casi 4 millones de trabajadores públicos, así como jubilados o beneficiarios de planes sociales.

Lejos del derrotismo, Milei calificó el domingo de «día histórico» por lograr en apenas dos años «disputar el poder a lo más nefasto que dio la historia moderna», el ‘kirchnerismo’. Su partido, La Libertad Avanza, deberá luchar ahora por conseguir atraer el voto de los conservadores de Juntos por el Cambio, que se debatirán en su mayoría entre la abstención y el voto a los ultraliberales.

La segunda vuelta de las elecciones argentinas se celebrará en algo menos de un mes, el próximo 19 de noviembre. Milei y Massa se enfrentan cara a cara con el objetivo de convencer a los votantes del resto de partidos, pero especial atención al electorado de la derecha tradicional.

La campaña de Milei se ha basado en atacar a todos los partidos. «Esta alternativa dará fin a la casta política parasitaria de este país», declaró en varias ocasiones. Consideraba entonces que no había grandes diferencias entre los peronistas y los macristas de Juntos por el Cambio, ambos eran «casta». Sin embargo, tras el resultado electoral de este domingo, se centró únicamente en atacar a Massa para tender puentes con la derecha tradicional: «Vengo a dar por terminado el proceso de ataques. Más allá de nuestras diferencias, tenemos que entender que enfrente tenemos una organización criminal, el ‘kirchnerismo’, que es lo peor que le ha pasado a Argentina».

Sobre la hipotética movilidad de estos votantes hacia la ultraderecha, Caparrós asegura: «Creo que en este momento las cuentas no le dan a Milei. Massa tiene el 36% de los votos. Schiaretti, candidato peronista de derechas, ha logrado el 7% y es muy difícil que un votante suyo opte por el ultraliberal. La izquierda ha obtenido el 2,7%… Solo ahí Massa ya tiene el 47% de los votos. Todo está en la pelea por el 23% que obtuvo la derecha tradicional. Ahí hay sectores que jamás van a votar a Milei, como los más radicales. Con que un 4% o 5% de esos votantes se vayan para Massa, el peronista tendrá la victoria».

Consciente del rechazo que provoca el ‘kirchnerismo’ en una importante parte de la población, el ganador de las elecciones trató de alejarse desde el inicio de la campaña de esta corriente. Además, ha abogado por crear un gobierno de «unidad nacional» que pretende incluir a varios sectores con apoyo entre la población y que estaban excluidos del ejecutivo actual.

Así, la población argentina ha podido respirar aliviada este lunes tras comprobar que el apoyo de Milei no era tan masivo como se presuponía. Sin embargo, se esperan semanas de mucha tensión y cruces de acusaciones entre Massa y el ultraliberal. Pero el país latinoamericano volverá a contener el aire el 19 de noviembre para conocer quién será el siguiente inquilino de la Casa Rosada.