Sami, un gazatí de 35 años, padre de cinco hijos, vive con su familia en una habitación de 70 metros cuadrados. No tienen agua corriente ni electricidad, y las comunicaciones son muy limitadas.

«Estamos 17 personas en un espacio muy pequeño», relata Sami. «Convivimos adultos y niños sin agua corriente. Mi misión cada día es ir a por agua potable. Tenemos botellas de agua, pero nos estamos quedando sin ellas».

Israel ha seguido bombardeando en las últimas horas la Franja de Gaza, y ha matado así sólo este jueves a más de un centenar de personas. El ejército hebreo asegura tener como objetivos sedes de Hamás, aunque distintos vídeos publicados en las últimas horas desde la Franja muestran los daños sufridos por edificios residenciales.

«Estamos preocupados por nuestras vidas, no sabemos qué pasa alrededor, qué lugares son seguros porque básicamente no hay ninguno en Gaza», describe Sami.

Durante este jueves trabajadores egipcios están acondicionando la carretera que transcurre por el paso fronterizo de Rafah, que separa Egipto de Gaza, y por donde se espera que a partir de mañana puedan pasar una veintena de camiones con ayuda humanitaria para los habitantes del sur de la Franja. La ONU considera que se necesitan muchos más camiones, como mínimo deberían entrar de inmediato un centenar, para hacer frente a las necesidades de esas personas.

«Trato de resistir, pero hay momentos en los que me vengo abajo y siento que no puedo más», confiesa Sami. «Mi familia me da alguna esperanza para seguir adelante».

La situación humanitaria en Gaza es cada vez más crítica. Los bombardeos israelíes han causado miles de muertos y heridos, y han destruido o dañado cientos de viviendas y edificios civiles. La ayuda humanitaria que entrará este viernes por el paso de Rafah no será suficiente para aliviar las penurias que sufren millones de gazatíes.

La guerra entre Israel y Hamás, que comenzó el 7 de octubre de 2023, ha dejado un saldo de cientos de muertos y heridos en ambos bandos. Para el pueblo israelí, esta guerra es una nueva prueba de la violencia y el terrorismo que enfrenta desde su fundación en 1948.

Los israelíes viven con el miedo constante de los ataques de Hamás, que dispara cohetes y misiles contra ciudades y pueblos israelíes. Estos ataques han provocado la muerte de civiles, incluidos niños y mujeres.

La guerra también ha tenido un impacto significativo en la economía israelí. El turismo ha disminuido, las empresas han cerrado y los precios de los bienes y servicios han aumentado.

El miedo y la incertidumbre

El miedo es uno de los sentimientos más comunes entre los israelíes durante la guerra. El temor a ser atacados por cohetes o misiles es una constante en sus vidas.

Para protegerse de los ataques, muchos israelíes han comprado refugios antiaéreos o han instalado sistemas de alerta temprana en sus hogares. Sin embargo, incluso estas medidas no pueden garantizar su seguridad.

La incertidumbre también es un sentimiento que acompaña a los israelíes durante la guerra. No saben cuándo terminará el conflicto ni qué consecuencias tendrá.

A pesar del miedo y la incertidumbre, la mayoría de los israelíes desean la paz. Creen que es la única forma de acabar con la violencia y el terrorismo que les ha afectado durante décadas.

Sin embargo, la paz con los palestinos es un objetivo difícil de alcanzar. Las dos partes están profundamente divididas en sus posturas sobre el conflicto.

A pesar de las dificultades, los israelíes mantienen la esperanza de un futuro mejor. Creen que algún día podrán vivir en paz y seguridad con sus vecinos palestinos.