Tres años después del magnicidio del presidente Jovenel Moïse, Haití se encuentra sumido en una profunda crisis humanitaria. La violencia callejera, la pobreza extrema y la reciente imputación de la exprimera dama Martine Moïse por su presunta implicación en el asesinato, han intensificado el caos en el país más antiguo y más pobre de América Latina.

La violencia desatada en las calles ha dejado más de 800 muertos solo en el pasado mes de enero. La mitad de la población padece inseguridad alimentaria aguda y la ONU ha alertado del impacto de la violencia, que ha provocado el desplazamiento de 20.000 personas en lo que va de año y el cierre de escuelas.

El magnicidio de Moïse en 2021 sigue plagado de incógnitas. La investigación ha implicado a decenas de personas, incluyendo a la exprimera dama, quien presuntamente habría estado involucrada en un complot para derrocar a su esposo.

El actual mandatario, Ariel Henry, ha prometido elecciones, pero la violencia y la falta de seguridad lo han impedido. La comunidad internacional ha pedido la creación de una fuerza policial multinacional para estabilizar el país.

La situación en Haití es desesperada. El pueblo haitiano necesita un cambio urgente para salir del caos y construir un futuro mejor.