Se cumplen dos años desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala en Ucrania. Los rostros que protagonizaron las portadas del mayor movimiento forzoso de población desde la II Guerra Mundial intentan recobrar algo de normalidad, mientras el conflicto se estanca y la fatiga se apodera de Europa.

Julia, Olek y Emma: el éxodo de Irpin

Julia, la joven madre que se convirtió en un símbolo de la guerra al ser fotografiada con su bebé en brazos huyendo de Irpin bajo las ruinas del puente, aún siente miedo cada vez que lo cruza. Ella, su marido Olek y su hija Emma, de dos años, forman parte de los más de 3,4 millones de desplazados internos que han regresado a sus hogares. «Para ser honesta, siento el mismo miedo», confiesa Julia. «No voy a recuperar la sensación de seguridad hasta que termine la guerra».

Víctor: dos Ucranias en la misma guerra

Víctor, diputado regional en Kiev y periodista, vive la guerra desde dos perspectivas: la casi normalidad de la capital y la brutalidad del este, especialmente del Donbás. «No perdonaremos nunca a Rusia», afirma. «Necesitamos más ayuda o esto será un desastre para Ucrania y para Europa».

En el frente, la falta de medios, munición y soldados es una realidad. Soldados como Víctor, de 23 años, manejan tanques soviéticos de 1964 sin proyectiles, y viven con el miedo constante a los drones rusos. «He visto demasiadas cosas fuertes en estos dos años», dice Víctor, quien se ha casado y tenido un bebé durante la guerra.

El presidente Zelenski insiste en pedir a los países europeos que abandonen su conformismo y envíen las armas que necesita Ucrania para defenderse. «Es imposible ganar una guerra con rifles o escopetas», afirma Dolf, médico del batallón Azov. «Necesitamos munición, artillería, aviación y drones».

Dos años después del inicio de la guerra, Ucrania se encuentra en un estado crítico. La población ucraniana sigue viviendo con miedo e incertidumbre, mientras la comunidad internacional se debate entre el apoyo a Ucrania y la fatiga del conflicto. El futuro de Ucrania sigue siendo incierto, pero una cosa es segura: el pueblo ucraniano no se rendirá.