Marvin Aguilar

El GOES reporta ya por más de 500 días cero homicidios. Sin embargo factores psicosociales expresados en una generalizada agresividad y violencia ciudadana nos vuelve un país inseguro y provoquen morir a causa de otras circunstancias como evidenció la pasada Semana Santa.

¿Por qué nos seguimos matando los salvadoreños?

La última vez que revisé datos sobre la cantidad de muertos a causa de accidentes viales fue de 1,021 muertos al año. Incluso llegamos a ser el primer lugar en Latinoamérica y el Caribe al reportar una tasa de 23.7 muertos por cada 100,000 habitantes en accidentes de tránsito. 25,000 cada año. 9,400 lesionados. Un promedio de 2,7 muertos diarios en El Salvador a causa de la violencia civil de conductores de motos, automóviles, buses, transporte de carga y pasajeros. Nada que envidiarle a las cifras de las pandillas.

A esto hay que sumarle los costos económicos que surgen de las emergencias en accidentes se elevaría a un aproximado de $20 millones anuales sin cuantificar daños materiales tanto en vehículos, gastos imprevistos en las familias o propiedad privada así como pérdidas en días no laborados tanto en el sector público y privado que ocasionan estos actos violentos de un porcentaje minoritario de salvadoreños (20% aproximadamente).

Nos matamos porque somos una vez con poder, violentos. La conducta agresiva es parte del ser humano. La tenemos en el cerebro réptil. Esto nos ayudó a sobrevivir como especie. Y se expresa en nuestro organismo como una interacción entre hormonas y algunos neurotransmisores-inhibidores-facilitadores que no es que nos condicionan a ir a matar con el carro a otro pero sí, que esa química-biológica acontecida en algunos gracias a sus experiencias de vida, estados de ánimo interno acumulados en casa o el trabajo o sus condiciones de ser humano basura llevará a ese individuo a desarrollar y desencadenar conductas agresivas que una vez en su automotor lo volverán violento y finalmente un desgraciado que amplió su desgracia vía accidente hacia otros.

El estadio Cuscatlán 20/05/2023 demostró que el salvadoreño encuentra en la agresividad una respuesta a sus frustraciones. Esto nos define como agresivos aprendidos. A buena parte de los salvadoreños los han educado vía violencia y al parecer en muchos esta es usada como mecanismo para transmitir valores lo cual la vuelve normal y normalizada por quienes la practican y sufren.

La violencia siempre fue física. Los castigos corporales en público que daba el Estado colonial por faltas como el chisme a mujeres (palos) o a los esclavos negros por ser malcriados con sus patronos son la señal de partida para que después el padre eduque con violencia a su mujer e hijos en casa e irremediablemente el maestro al alumno. 

En la realidad actual la violencia manifiesta y sistemática está mal vista y castigada por la ley. ¿Significa que se erradicó? No. Mutó a violencia moral, psíquica, social y más recientemente se ha sofisticado y vuelto anónima gracias a las redes sociales. Efectivamente nadie va por la calle insultando o burlándose de la gente cara a cara. Pero gracias a perfiles falsos es posible insultar a cualquiera, más a conocidos sin necesidad de que se sepa quienes somos. Hemos instalado la cultura del odio y violencia digital.

Pero también otro grupo de salvadoreños poseen una conducta innata a la agresividad. Alteraciones de la personalidad o lesiones cerebrales (amígdala, hipocampo, neo corteza frontal) causarán que tengamos más propensión a llevar nuestra agresividad a violencia y luego a crímenes. Eso explicaría porque un delincuente estúpido trasladó un cadáver en el baúl de su carro, se accidenta y es descubierto. Caso aparte de estudio y tesis merecen Hugo Osorio o el crimen del recién nacido en Residencial Veranda en Santa Tecla.

¿Qué hacer?

Lo primero es mejorar las condiciones laborales de quienes poseen licencia de conducir. Esto es difícil de entender para la patronal política y empresarial. Se habla de «buena atmósfera de trabajo» para reclutar gente joven y capacitada. Hablamos de cultura corporativa, clima laboral, estilos de liderazgo, diseños de puestos de trabajo en oficinas públicas y privadas que pueden ser negativos o positivos para el estrés y tensión del empleado. Es un factor de aumento de accidentes de tránsito estrés general, falta de bienestar laboral, ausencia de bienestar psicológico y mal funcionamiento social, de salud mental, ansiedad y depresión que muchos ya escribimos antes arrastran de forma innata o aprendida. Y si a estos factores le añadimos peores componentes laborales como falta de control, muchas-excesivas horas laborales, ritmo de trabajo intenso, horarios cambiantes e imprevistos mala comunicación, ambigüedad o sobrecarga en las funciones laborales que no se ven reflejadas en el salario mensual son situaciones que tienen una alta posibilidad de dañar la salud de las personas tanto en lo físico como mental. Pasa muy a menudo en los restaurantes de comida rápida, de allí la dificultad de mantener por mucho tiempo una plantilla laboral.

Ahora imaginemos la mayoría de conductores salvadoreños bajo estas circunstancias. Estudios han demostrado que el automóvil genera pensamientos agresivos y los incitan a conductas agresivas. En El Salvador la mayoría de culpables de accidente de tránsito son hombres y no solo la mayoría también de muertos. ¿Son menos agresivas las mujeres al conducir? No. Pero se exponen menos. ¿Son más agresivos los conductores de transporte de buses o carga o 4×4? Si. Un vehículo de mayor tamaño provocará más actitudes prepotentes y agresivas como cólera, impulsividad, agresión vial o general hacia conductores de vehículos pequeños o peatones torpes.    

Teniendo en cuenta que la agresividad al volante es aprendida no habría que expedir licencias a sociópatas, psicópatas o asesinos seriales los cuales son fáciles de descubrir por medio de sus niveles de trastornos de personalidad antisocial, abusos de sustancias y alcohol. Incluir el driving log para obtener la licencia puede ayudar a sacar gente agresiva de las calles e impedir que más gente agresiva ingrese a las calles. El nivel colérico de un conductor causa sus problemas personales. También reducir la circulación por días, actualizar la señalización en calles y controlar el ingreso de vehículos desde el exterior suma mejorar la cultura vial salvadoreña. 

Pero eso es algo que el sistema económico por el cual ha apostado la mayoría de salvadoreños no permitirá por ahora legislar. Preferimos poner multas por no usar pasarelas –demostrar que se hace algo- y ver morir gente en accidentes de tránsito o condenar crímenes que nos asombran un día y otro también a dejar de creer que rico es quien más tiene y no quien menos necesita.