Este lunes en la entrevista de Encuentro con Julio Villagrán, el periodista Gabriel Labrador, aseguró que la labor periodística se ha vuelto más difícil en los últimos años en el país, y que a partir de 2019 se ha experimentado un retroceso en la Ley de Acceso a la Información Pública.

Labrador, manifestó que los periodistas están a acostumbrados a que la información sea difícil de obtenerla, pero actualmente ha sido mucho más difícil debido a todos los retrocesos vividos en cuanto al acceso a la información por parte del Gobierno, a lo que se le suma la violación a la libertad de prensa.

“El ejemplo de Víctor Barahona que estuvo preso 11 meses sin acceso a la justicia plena, ahora que ha salido está denunciando lo que ha vivido en la cárcel, le dijeron que no es correcto, como APES vemos que es un intento de callar su voz”, agregó el periodista.

Asimismo, detalló que el año pasado fueron 11 periodistas los que tuvieron que dejar sus casas por una serie de patrones de agresión y hostilidad, 3 de ellos no tienen oportunidades de estar en El Salvador; y para este año ya se tienen 2 casos más, lo que, para Labrador demuestra que en el país hay todo un contexto de presión legal que deja mucho espacio a la ambigüedad y arbitrariedad de parte de los operadores de justicia para aplicar las reformas en contra de la libertad de prensa.

“Mi teléfono estuvo intervenido 101 días con el software Pegasus en el país, otro colega estuvo intervenido 256 días, este software sólo se vende a Estados, está claro de dónde venía todo… Nuestros teléfonos en redacción estuvieron intervenidos, quieren controlar que se dice, que se va a publicar del Gobierno”, denunció.

Además, el periodista expuso que en casa Presidencial existe una centralización de funciones para autorizar de que las personas hablen, considerándola una práctica perversa por parte del Gobierno. “Sí estamos investigando necesitamos la versión de las autoridades y callan, cuando sale el artículo aparecen con el dedo acusador”.

Para Labrador, es lamentable que exista un grado de autocensura, ya que mucha gente por cuidar su trabajo prefiere callar.

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