El asedio de Israel sobre la Franja de Gaza, territorio que en la práctica ya está dividido en dos por el ejército hebreo, lleva días provocando una gran carestía de combustible, que está impidiendo que funcionen la mitad de los hospitales, y ahora también amenaza al suministro de alimentos básicos.

A pesar de la entrada de algunos camiones con ayuda humanitaria desde el paso de Rafah, en la frontera sur de Gaza con Egipto, la ONU confirma que esa ayuda no está siendo suficiente. El arroz, el aceite vegetal o las legumbres pueden agotarse antes del próximo fin de semana según los cálculos que ha dado a conocer hoy el Programa Mundial de Alimentos.

El PMA recuerda además que parte de los alimentos que tiene preparados para distribuir en el sur de la Franja, como galletas, caducarán a principios de diciembre y debe ser repartidos cuanto antes.

Hasta el momento, han entrado en el sur de Gaza unos 400 camiones, pero Naciones Unidas viene insistiendo desde hace días en que ese número debe multiplicarse y, sobre todo, que el flujo de entrada de ayuda debe ser constante y no puntual como hasta el momento.

La ONU pide un alto el fuego

En un comunicado conjunto, los directores y directoras de las principales agencias de la ONU, entre ellas ACNUR, la OMS o UNICEF, exigen hoy un alto el fuego inmediato en Gaza por las «horribles matanzas» que se están produciendo en la Franja. Sin citar de modo explícito a Israel en ningún punto del texto, las agencias de Naciones Unidas consideran «un escándalo» que se prive de combustible, alimentos o agua a más de 2 millones de personas.

En el texto, la ONU denuncia el bombardeo de «casas, refugios, hospitales y lugares de culto», y añade que al menos 88 trabajadores de la agencia de la ONU para los refugiados en Palestina, la UNRWA, han sido asesinados. Un dato que, según Naciones Unidas, es el número más alto de bajas de trabajadores de Naciones Unidas jamás registrado en un único conflicto.

Más allá de la ONU

Más allá de la ONU, Médicos sin Fronteras ha avisado además de que la escasa ayuda que puede llegar por el paso fronterizo de Rafah es insuficiente porque no llega además al norte de la Franja, donde siguen asediados miles de personas. Esta organización además ha denunciado que han muerto niños que estaban refugiados en escuelas de la ONU.

«Me preocupa el trauma psicológico que les va a quedar a los niños», ha explicado a los periodistas Raúl Incertis, el anestesista español de esta organización que salió la pasada semana de Gaza. Incertis también ha contado algunas imágenes que presenció en la Franja: «en un colegio conté 12 tazas de váter. Y cuando nos fuimos había ya 35.000 personas allí. Eso toca a una taza de váter por unas 3.000 personas», ha narrado.

También ha explicado cómo algunos profesionales sanitarios deben escoger a qué pacientes seguir manteniendo conectados a máquinas para aprovechar la escasa electricidad con la que pueden contar: «esas decisiones son como los triajes. Se toman en consideración de qué paciente tiene más posibilidades de sobrevivir entre dos, según sus heridas o su edad».

Borrell apela a la comunidad internacional

En la mañana de este lunes, el Alto Representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, ha pedido además a la Unión Europea, y a la comunidad internacional en su conjunto, que mantenga su papel no sólo humanitario, sino también político, para influir en un acuerdo de paz duradero para Gaza.

«La tragedia en Oriente Próximo es el resultado de un fallo político y moral colectivo», ha dicho Borrell, por el que «son los israelíes y los palestinos los que están pagando un alto precio por ese fallo». Cree Borrell que la solución definitiva no se alcanzará sólo por la vía militar: «Estamos ante una oportunidad única para la paz. Sin una estrategia política nadie va a ganar una batalla contra el terrorismo».

Por último, el representante europeo ha reconocido que la comunidad internacional ha fallado en la consecución de la coexistencia pacífica de dos Estados, tal y como se planificó al terminar la II Guerra Mundial. «Nuestro fallo procede de una falta de voluntad para resolver el problema entre Israel y Palestina. No hemos creado ninguna hoja de ruta creíble para llegar a los dos Estados», ha concluido Borrell.