Macron y Scholz intentan convencer a Orbán de que suavice su postura, mientras que Putin se aprovecha de la falta de acuerdo.

Los líderes de los 27 países de la Unión Europea han iniciado esta mañana una cumbre en Bruselas en la que se abordará, entre otros temas, la adhesión de Ucrania a la Unión. Sin embargo, las negociaciones se han visto bloqueadas por la negativa del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, a abrir la puerta a ese proceso.

Orbán ha defendido que Ucrania no cumple con las condiciones previas que exige su país para entrar en la Unión, a pesar de que la propia presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha recomendado que se inicie el proceso al dar por válidos los avances en materia de lucha contra la corrupción o trato a las minorías que ha ido dando el gobierno de Kiev.

Los líderes de Francia y Alemania, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, han intentado sin éxito convencer a Orbán de que suavice su postura en una reunión que han mantenido antes del inicio de la cumbre. Dirigentes de países como Finlandia o Lituania han acusado directamente a Orbán de no escuchar los argumentos de la Unión y de querer chantajear a los 27.

La reunión, en la que también se va a tratar la postura de la Unión Europea respecto a la guerra de Gaza que sigue sin ser tampoco unitaria, se prevé larga. El Alto Representante, Josep Borrell, ha defendido que el apoyo a Ucrania debe mantenerse porque, según ha defendido, es un conflicto que afecta a toda Europa.

En paralelo a la cumbre en Bruselas, Vladimir Putin ha ofrecido su primera rueda de prensa desde el inicio de la guerra de Ucrania, ya que el año pasado la suspendió por el conflicto. El presidente ruso ha insistido en que seguirá adelante con la invasión de Ucrania hasta alcanzar todos sus objetivos y ha subrayado que la comunidad internacional está rebajando su apoyo a Kiev.

La falta de acuerdo en la cumbre europea sobre Ucrania podría tener un impacto negativo en la capacidad de resistencia de ese país frente a Rusia. Ucrania apenas ha avanzado en el frente terrestre en su contraofensiva, y sigue esperando la llegada de los cazas F-16 que van a enviar distintos países. Sin esos impulsos económicos de sus principales donantes, su capacidad de resistencia se resentiría de un modo que puede ser determinante para la evolución de la guerra.